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Analistas 09/05/2016

Gran Bretaña: no te salgas de la unión europea

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Empecemos con la economía. Hay varias estimaciones sobre el impacto económico de la Brexit, pero prefiero un cálculo sencillo que yo pueda entender fácilmente, un cálculo que no esté desfasado con respecto a los demás resultados más detallados.

Así que aquí va: antes de unirse a la Unión Europea, Gran Bretaña solo realizaba aproximadamente un tercio de su intercambio comercial con Europa. Actualmente es casi la mitad, y es improbable que mucho de eso represente desviación del comercio. Por tanto, a menos que Gran Bretaña pueda negociar algo parecido al acuerdo de Noruega _ que básicamente significaría aceptar las políticas de la Unión Europea sobre las que ya no tendría voz _, pudiéramos esperar que la Brexit reducirá la participación del comercio en el producto interno bruto de Gran Bretaña de aproximadamente 30 por ciento a alrededor de 25 por ciento.

¿Cuánto vale eso? Previamente he utilizado el elegante análisis comercial Eaton-Kortum como punto de comparación para evaluar la globalización (lea más al respecto aquí: nyti.ms/1fFRBvR). Eaton-Kortum sugiere que la Brexit reduciría el ingreso real británico en 1.7 por ciento. Pongámoslo en 2 por ciento, en el entendido de hay grandes márgenes de error en todo esto.

¿Deberíamos hacer lo que sostienen algunos comentaristas y multiplicarlo por dos o más para reflejar los beneficios dinámicos? En general, no me inclino por esta práctica; huele demasiado a “Publicidad engañosa para principiantes”, o derivar un argumento de política de modelos económicos básicos para después invocar factores que no están en los modelos para hacer que el argumento parezca mucho más firme de lo que es. ¿Por qué promover los efectos dinámicos del comercio en lugar de muchas otras cosas?

Pero 2 por ciento es muchísimo. Es extremadamente difícil proponer políticas que hagan que un país se vuelva 2 por ciento más rico a perpetuidad. Habría que tener muy buenas razones para dejar la Unión Europea y estar dispuesto a hacer ese sacrificio tan grande.

¿Qué hay con respecto a la distribución del ingreso, el cual es un tema importante en muchos acuerdos comerciales? En este caso, es bastante irrelevante: en promedio, la Unión Europea es comparable con Gran Bretaña con respecto a salarios e ingresos per cápita.

Entonces, ¿de qué se trata todo esto? En una palabra, de gobernanza. El argumento a favor de la Brexit es, básicamente, el argumento de que la pertenencia a la Unión Europea ata a Gran Bretaña a una institución muy mal manejada. Y ese argumento, desafortunadamente, es razonablemente firme. Los eurócratas tienen mucho a lo cual responder: el enorme error del euro; la imprudente e irresponsable promoción de la austeridad; la desafortunada respuesta a la crisis de refugiados, y, en general, el fracaso para tomarse en serio las tensiones de la migración interna. Europa también ha sido en gran parte inútil para manejar el tema de la destrucción de la democracia en Hungría.

Pero señalar las fallas de la Unión Europea como una razón para salirse es, como solía decir el economista George Stigler, como dar el premio en un concurso de canto al segundo participante porque ya hemos escuchado al primero. ¿A quién estará empoderando Gran Bretaña si abandona la unión y se escapa del control de los eurócratas?

A veces escuchamos decir que las actitudes y carácter de las fuerzas a favor de la Brexit no son un argumento válido para quedarse. Pero eso es falso: preguntar quién tomará las decisiones después y quién resultará fortalecido, son preguntas completamente relevantes.

Y en eso resultó maravillosamente esclarecedora la diatriba reciente de Johnson contra el presidente Barack Obama en el periódico The Sun. Nos dice quiénes son realmente los integrantes del ala de los conservadores contraria a la unión; no solo nos dice que son muy cercanos al Partido por la Independencia del Reino Unido sino que, intelectual y emocionalmente, viven en los mismos pantanos febriles que la derecha estadounidense. Y muy probablemente, asumirían un papel fuerte, incluso dominante, en la política británica posterior a la Brexit.

Así que Gran Bretaña, no lo hagas. Pagarías un precio económico bastante grande y, a cambio, recibirías una gobernanza tan mala que haría ver bien a la Unión Europea.

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