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Analistas 17/06/2013

Deprimentes ilusiones perduran en Europa

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Un corresponsal me refiere, desalentadoramente, a la última parte de una declaración pronunciada este mes por Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), durante una conferencia de prensa. Y esa persona tiene razón: el Sr. Draghi, después de todo, es lo más inteligente y flexible que probablemente veremos en un presidente del BCE en mucho tiempo; posiblemente en toda su historia, porque el euro podría no durar. No obstante, su opinión sobre la inflación se las ingenia para ser errónea en múltiples niveles, y este tipo de cosas tiene que ser dañina para la política del BCE.

Así pues, las declaraciones del Sr. Draghi. Un entrevistador, presumiblemente de España, pregunta: “Soy de un país que tiene una tasa de desempleo de 27%, que es la cifra de una gran depresión; una política fiscal que es contractiva, y una política monetaria en España y también en otros países que también es contractiva porque el crédito no está disponible para las pequeñas y medianas empresas. ¿Le está diciendo a los españoles, portugueses, irlandeses o incluso a los italianos que el BCE no puede hacer nada más con una inflación de hecho inferior al 2%?”
 
La respuesta del Sr. Draghi: “Bien, no estoy seguro de haber captado el punto, pero creo que lo entendí. Primero, el hecho de que la inflación sea baja no es, en sí mismo, malo; con poca inflación pueden comprarse más cosas. En segundo lugar, no vemos deflación, y eso es lo que debemos temer. Aún no la vemos”.
 
Después pasa a defender las políticas de austeridad, presentando en el proceso varios argumentos malos. Pero enfoquémonos en esta parte.
 
Primero, ¿“con poca inflación se pueden comprar más cosas”? ¿Acaso no enseñamos a los estudiantes en Principios de Economía exactamente por qué eso es una falacia ingenua? ¿No les enseñamos que menos inflación también significa menos crecimiento en los ingresos y que el costo de la inflación no tiene nada que ver con menos poder adquisitivo?”
 
OK, pero aunque eso es perturbador, lo importante para la política es la declaración del Sr. Draghi de que “no vemos deflación, y eso es lo que debemos temer”. Caray. Esto tal vez no se enseñe en Principios de Economía, pero creía que todos los economistas profesionales entendían que no hay una línea roja en inflación cero, de tal forma  que una inflación baja se convierte en un problema si y sólo si cruza cero. 
 
Vea, hay dos motivos para creer que la inflación en las economías desarrolladas, en general, y especialmente en Europa, actualmente es muy baja, y que está haciendo daño.
 
El primero es que estamos sufriendo de demanda inadecuada, y el límite inferior cero en las tasas de interés es una limitación importante en la política monetaria. Larry Ball, economista y profesor de la Universidad de Johns Hopkins, estima que las tasas de desempleo en Estados Unidos durante los últimos años hubieran sido, en promedio, dos puntos porcentuales más bajas si hubiéramos entrado a la crisis financiera con una tasa de inflación de 4% en lugar de 2%. Europa tiene el mismo problema, exacerbado por la falta de integración fiscal entre los Estados miembros, lo que ha causado que, en general, adopte una política fiscal mucho más estricta que Estados Unidos.
 
Este no es un argumento nuevo, y tampoco es una locura; ha sido propuesto por mucha gente, incluyendo el economista en jefe del Fondo Monetario Internacional. No obstante, el Sr. Draghi parece pensar que el problema no es tener poca inflación, que sólo la deflación es un problema.
 
Pero no hemos acabado. La otra cuestión relacionada con la inflación es la rigidez a la baja del salario nominal (la renuencia de los patrones a demandar, y de los trabajadores a aceptar, recortes salariales) y en cierto grado la rigidez a la baja de los precios nominales. Podría pensarse que sólo serían problemas si de hecho tuviéramos deflación, pero dado que los precios relativos y los salarios están cambiando todo el tiempo, la verdad es que esta rigidez a la baja empieza a convertirse en un problema en una economía deprimida hasta en tasas de inflación positivas bajas; esto es bastante claro en Estados Unidos. Y en el área del euro, donde se espera que los países deudores alcancen enormes “devaluaciones internas”, es un problema mucho más grande.
 
Ahora bien, me resulta difícil creer que el Sr. Draghi no esté al tanto de estas cuestiones; tal vez sólo esté siguiéndoles el juego a los vigilantes de la inflación de su consejo directivo. Pero aun así, el hecho de que estas viejas falacias sigan usándose como excusas en estos días, con Europa sumergida en lo que representa una depresión, es muy deprimente. 

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