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Analistas 17/10/2020

Elecciones en EE.UU y su impacto en Latinoamérica

Pascal Rohner
Director de Inversiones de In On Capital
Analista LR

Con colaboración de Diego Fernando Agudelo López

Los daños económicos causados por el covid-19 han sido muy profundos. En especial, para Latinoamérica y el caribe, una región que ya venía golpeada y que no logra un crecimiento superior a 1,3% desde 2014.

De acuerdo con la universidad Johns Hopkins, la región acumula más de ocho millones de casos y supera las 300.000 muertes a pesar de tener una de las cuarentenas más fuertes del mundo para contrarrestar la pandemia, no obstante, el daño económico ha sido sin precedentes.

Según el informe mas reciente de perspectivas económicas del Fondo Monetario Internacional, la región viviría una contracción de -8,1% en 2020 y un repunte de apenas 3,6% en 2021. Estas estimaciones dejan un mensaje claro, Latinoamérica será la región con el peor desempeño en este año, la que menos repuntará en el próximo y la que tardará más en recuperar lo destruido, se estima que sería hasta 2024 alcanzaría los niveles prepandemia.

Si se mira por países, las dos mayores economías de la región, Brasil y México se contraerían -5,8% y -9%, mientras que Argentina, Colombia y Perú caerían -11,8%, -8,2% y -13,9% frente al 2019, respectivamente. Para 2021, donde iniciaría la recuperación, el repunte es desigual, de los países más grandes por tamaño de PIB, el que más crecería sería Perú con 7,3% y el que menos sería Brasil con 2,8%.

Estas conclusiones tan alarmantes se deben principalmente a que Latinoamérica es la región mas desigual del mundo, con débiles sistemas de salud y extremadamente altos niveles de informalidad donde se estima que más de la mitad de la población está bajo dichas condiciones, por lo tanto, no es posible asumir ordenes de quedarse en casa y los gobiernos difícilmente pueden ayudar a estas personas, no solo porque su capacidad de gasto fiscal es limitado comparado con otras regiones, sino porque no registran en los sistemas laborales o incluso no pagan impuestos.

Aunque estas noticias no son alentadoras, 2021 debería ser un año de recuperación, así sea lenta. No obstante, el resultado de las elecciones estadounidenses del próximo 3 de noviembre podría acelerar o no dicha recuperación. Una muestra de ello es la volatilidad en los mercados y la reducción del apetito por riesgo de los inversionistas, buscando inversiones más seguras o incluso demanda por monedas refugio como el dólar estadounidense mientras se supera tal evento.

Ahora bien, aunque Latinoamérica no es una de las prioridades para la siguiente administración estadounidense, si existen políticas que tendrían un impacto en la región.

En primer lugar, si se evalúa el escenario donde Trump es reelegido será la continuación de varios vientos en contra para la región. Uno de los más relevantes es su fuerte retórica frente al comercio internacional y la guerra comercial que caracterizó su mandato.

De hecho, sería su último mandato, por lo tanto, lo podría llevar a tener una posición aún más drástica y dura en este aspecto. La principal consecuencia es que el comercio internacional seguiría golpeado y la posibilidad de nuevos incentivos o acuerdos comerciales se reducirían restándole impulso a la recuperación latinoamericana.

Adicionalmente, Trump continuaría con su radical posición frente a las políticas de inmigración, una muestra fue la revocación del acuerdo conocido como Daca, el cual otorgaba protección a los residentes indocumentados que llegaban a EE.UU. como menores de edad, este tipo de políticas afectarían principalmente a Centroamérica.

Es importante tener presente que más de la mitad de los inmigrantes en EE.UU. provienen de Latinoamérica, por lo tanto, es un tema relevante y que influye en aspectos como las remesas que tanto ayudan a los países como es el caso de Honduras y Colombia, donde son su primera y segunda fuente de ingreso de dólares al país, respectivamente.

De acuerdo a esta posición más ortodoxa del presidente Trump, el apetito por riesgo, en especial hacia la región tardaría más en llegar. Adicionalmente, la incertidumbre originada por tensiones en el comercio internacional podría causar que la tan esperada depreciación del dólar tarde en llegar o incluso sea lenta.

Mirando la otra cara de la moneda, pareciera que una victoria del demócrata Joe Biden, indicaría un mejor panorama para la región. Biden se caracteriza por ser una persona más amigable, por lo tanto, las tensiones e incertidumbres en los aspectos mencionados anteriormente, como el comercio internacional y las políticas migratorias se reducirían, lo cual es un factor positivo.

Adicionalmente, Biden propone un aumento del salario mínimo, lo cual ayudaría a reducir un poco la inequidad salarial, en especial de las minorías e inmigrantes que envían remesas a sus países de origen y son de gran importancia como se comentó anteriormente.

Por otra parte, en caso de darse una “ola azul” donde los demócratas no solo ganan la presidencia sino obtienen mayoría en senado y cámara, la disposición a aumentar el déficit fiscal estadounidense continuaría sin importar que actualmente ya se encuentre en niveles no vistos desde los años post segunda guerra mundial. En consecuencia, probablemente el dólar aceleraría su debilidad, y sería una fuerza a favor de las monedas latinoamericanas, reduciendo presiones principalmente de deuda.

Finalmente, un tema que también podría ser relevante es el sector de energía. Los dos candidatos tienen posiciones totalmente opuestas, mientras que Trump impulsa el uso de combustibles fósiles como el petróleo, Biden por el contrario quiere impulsar un plan para asegurar que EE.UU. sea una economía 100% de energía renovable y alcance las cero emisiones netas de CO2 antes de 2050.

Por lo tanto, políticas que afecten el precio de las materias primas, en especial el petróleo como, por ejemplo, el conflicto entre Estados Unidos e Irán tendrá repercusión directa en la región, en especial para países que aun dependen en gran parte del precio de las materias primas, como es el caso de Colombia y el petróleo.

Aun faltan muchos aspectos por evaluar, sin embargo, es importante que el riesgo electoral se disipe para que así tanto los gobiernos como los inversionistas se centren en políticas y decisiones para una pronta recuperación de nuestra región.

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