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Analistas 13/03/2021

Imaginando el presente y futuro de la educación superior

P. Harold Castilla Devoz
Rector General de Uniminuto

Vivimos momentos complejos en el ámbito social, a los cuales no siempre resulta fácil encontrar solución en el corto plazo, pero estamos seguros de que, con la ayuda y solidaridad de un pensamiento colectivo de los diferentes estamentos de la sociedad en general, y de la voluntad política de gobiernos, asociaciones, gremios y demás actores del sector público y privado que congregan la educación, trazaremos una ruta orientada al logro de respuestas eficaces, integrales y pertinentes al contexto.

Hace meses atrás, el Secretario General de la Organización de Naciones Unidas alertó sobre la “catástrofe generacional”, rumbo al cual la humanidad se estaría dirigiendo, no solo en perspectiva educativa, sino también social y económica; esa realidad advertida debe hacernos conscientes y tomar acciones contundentes que den respuesta, una vez por todas, a la importancia que tienen los proyectos educativos que sustentan la existencia de las Instituciones de Educación Superior - IES, para construir una sociedad mucho más humana, equitativa, incluyente, fraterna y en paz. El incremento de la pobreza, de la desocupación y de la desigualdad dibujan el panorama de una “sociedad nerviosa”, especialmente en la gran mayoría de jóvenes que experimentan inseguridades e inquietud frente a su porvenir, que es sinónimo de incertidumbre y no de desarrollo y bienestar para ellos. Esto nos exige dar una respuesta del hoy y del mañana desde la educación superior. La pregunta por el futuro de la educación hace parte de las cuestiones más fundamentales que la sociedad en general, en particular la colombiana, está llamada a responder.

En la discusión actual, está latente la aproximación a un nuevo modelo de enseñanza-aprendizaje. Desde hace algunos años, se dice que el paradigma educativo debe responder a los desafíos de la cuarta revolución industrial y a las consecuencias de la transformación digital, ambos acelerados por la pandemia (en medio de sus dolores). Es así como en el sector educativo ha dado grandes saltos, cuantitativos y cualitativos, a través del uso y apropiación de las tecnologías tradicionales, y por supuesto, de las emergentes. Con la esperanza que tenemos los actores y la institucionalidad de la educación superior, estoy seguro de que lograremos que este modelo educativo logre que nuestros graduados salgan al mundo real con un perfil más empoderado, y equipados con habilidades digitales y socioemocionales (competencias integrales) que requiere el mundo del trabajo y la sociedad.

Aunque la situación para entregar el servicio educativo ha sido desafiante para las IES, es importante resaltar que la acción de la enseñanza en la modalidad en línea ha permitido dar respuesta al proceso de formación de muchos estudiantes, y más ahora bajo la contingencia generada por el coronavirus. No obstante, lo positivo del modelo, sabemos que el encuentro presencial de los estudiantes seguirá siendo una realidad, y tal vez una necesidad -bajo ciertas condiciones- en su proceso de aprendizaje. Se trata de aprender también a construir relaciones humanas, y a desarrollar esas competencias y habilidades psicoemocionales o integrales que permiten que el aprendizaje a lo largo de la vida sea más significativo a la hora de enfrentar los diferentes momentos de la existencia, que normalmente son complejos. Para un mayor impacto educativo hay que apostarle a lo mejor de los dos mundos, a lo presencial y a lo virtual, es decir a un esquema híbrido.

Una última respuesta a la pregunta por el futuro de la educación superior está en la toma de conciencia de las instituciones y su gestión por llegar a impactar más en sus propósitos misionales, y en la manera como sirven a las comunidades con las que interactúan. Y es en este sentido, que me uno lo expresado por la doctora Stefania Giannini, Subdirectora General de Educación, UNESCO: “Ha llegado el momento de desplegar un programa serio de recuperación de la educación superior. El aprendizaje perdido en este tiempo nos debe impulsar a encontrar las estrategias y acciones concretas para lograr que este mismo aprendizaje permita colocar al mundo en una vía ecológica, resiliente e inclusiva. Se trata de que nadie quede rezagado, de prepararnos para afrontar las crisis futuras y de adaptar la enseñanza y el aprendizaje a los desafíos mundiales de nuestro tiempo”.

La clave de todo esto es el cambio. La resiliencia en el diseño y gestión de nuestras IES debe centrarse en la flexibilidad, en adaptabilidad a un mundo cambiante, y en la versatilidad para transformar el propósito. Diseñar esto requiere habilidad, creatividad y la capacidad de imaginar nuestro futuro, un nuevo futuro diferente, donde como IES seamos actores protagónicos. Harold Castilla Devoz, cjm

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