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Analistas 16/12/2019

Balance de 2019: ¿qué esperábamos y qué pasó?

Mauricio Santa María
Presidente de Anif

*Por: Nelson Vera, Ekaterina Cuéllar y Juan Sebastián Joya

Como ya es costumbre, Anif cierra el ciclo anual de sus informes semanales realizando un balance de lo ocurrido en este año que termina. Cotejaremos nuestros pronósticos con lo que finalmente ocurrió en las áreas de los riesgos tributarios-fiscales, los desbalances externos, las presiones inflacionarias, el repunte del desempleo y la moderada recuperación económica. Ha llegado la hora de “tomarnos la lección” sobre nuestras capacidades predictivas en materia de los riesgos macroeconómicos que veíamos un año atrás.

El equipo de investigadores de Anif también quiere aprovechar la ocasión para agradecer al Dr. Sergio Clavijo por todas las lecciones que nos impartió durante los últimos quince años. Lo recordaremos afectuosamente como un jefe que buscó el balance entre la excelencia académica-conceptual y su aplicabilidad a las esferas prácticas de la política pública.

El entorno global de 2019
En el plano externo, el año 2019 vio ampliarse la brecha que ha venido evidenciándose durante la década pos-Lehman entre la moderada recuperación económica del sector real y los sobre-desempeños de los mercados financieros. En el primer caso, se tienen elementos estructurales de Estancamiento Secular en el mundo desarrollado, aunado a la incertidumbre de la guerra comercial de 2019. En el segundo caso, la llamada “pirueta monetaria del Fed” (con el consabido expediente de 75pb en recortes “precautelativos” en su tasa de intervención) y la mayor acomodación monetaria del BCE han impulsado los mercados de capitales a máximos históricos en múltiples gamas de activos.

En efecto, la economía global está experimentando una desaceleración generalizada hacia crecimientos del 2,7% en 2019 (vs. el 3,3% de 2018), teniéndose menores expansiones tanto en las economías desarrolladas (1,7% en 2019 vs. 2,2% en 2018) como en emergentes (4,1% vs. 4,8%). Mientras tanto, los mercados de renta variable (+25% en el S&P500) y de renta fija (descendiendo las tasas de Tesoros a diez años desde el 3% al 1,8%) han mostrado abultadas valorizaciones en el mundo desarrollado, avizorándose preocupaciones por la formación de burbujas en los precios de los activos (no solo en los mercados públicos, sino en los mercados privados - private equity y Venture Capital).

Estados Unidos estaría desacelerándose (2,3% en 2019 vs. 2,9% en 2018) por cuenta de: i) la mencionada incertidumbre proveniente de la guerra comercial con China, extendiéndose hacia sus otrora socios de la Unión Europea e incluso México (donde el recientemente ratificado USMCA establece mayores requerimientos laborales y de origen para las exportaciones mexicanas); y ii) la dilución del estímulo fiscal de 2017-2018 (evidentemente procíclico-extemporáneo) de la Administración Trump. Si bien el accionar del Fed logró reversar la llamada “inversión de la curva de rendimientos”, persisten los temores recesivos en horizontes de 18-24 meses.

Algo similar estaría ocurriendo en la Zona Euro (1,2% en 2019 vs. 1,9% en 2018), aunque allí se tienen evidentes desafíos en los frentes industriales y financieros- bancarios. En Inglaterra, la persistente incertidumbre del Brexit ha venido restando cerca de un punto de crecimiento de manera estructural y la falsa promesa de la reelegida Administración Johnson de “terminar con el Brexit de una buena vez” se estrellará con el marasmo de trámites que requerirá reescribir una nueva relación comercial- política entre UK y la UE (tomando buena parte de la próxima década).

En esta coyuntura, América Latina se estaría expandiendo a pobres tasas del 0,6% durante 2019 (vs. 1,4% en 2018), golpeada por faltantes estructurales en productividad y la menor demanda de commodities.

Infortunadamente, los agravantes del populismo económico (Argentina y México) y los expedientes de protestas-paros no auguran optimismo para una región con necesidades de reformas estructurales en complejos frentes laborales, pensionales y fiscales (todos temas espinosos y requiriendo capital político hoy inexistente en los mandatarios de la región). Implicaciones para Colombia

Ante dicho entorno global, es de destacar que la economía colombiana muestra resiliencia, observándose una moderada recuperación a ritmos cercanos al 3% en 2019 (vs. el 2,6% de 2018). Ahora bien, el problema es que dicho desempeño es insuficiente para cerrar una serie de brechas en los frentes clave laborales y de déficits gemelos fiscal-externo.

Dicho en otras palabras, Colombia no luce hoy mejor por las ansiadas aceleraciones hacia potenciales del 3,5%-4%, sino por los graves problemas de estancamiento económico y gobernabilidad de la región. Habrá también que monitorear los efectos del expediente de protestas-paros no solo sobre el desempeño económico del cierre de año, sino sobre la capacidad del gobierno para tramitar soluciones estructurales en los complejos frentes laborales-pensionales y fiscales.

En esto último no podemos llamarnos a engaños: las políticas y gestos populistas podrán calmar momentáneamente las marchas-protestas, pero en verdad solo posponen el descontento social. Si no se abordan los temas estructurales laborales (donde lo requerido es mayor flexibilización), pensionales (donde es imposible ir en contravía de las tendencias demográficas) y fiscales (elevando tributos para fondear los mayores requerimientos de bienes públicos), son esas clases medias las que terminarán perjudicadas en el mediano plazo (cuando volverán con más ahínco a las calles).

Como veremos, este cúmulo de eventos globales y locales, a lo largo de 2019, produjo algunas alteraciones en el ranking de riesgos que habíamos establecido a inicios del año (ver cuadro 1). Dicho listado de desafíos (de mayor a menor) comprendía: 1) riesgos fiscales y tributarios; 2) riesgos externos; 3) riesgos inflacionarios; 4) repunte del desempleo; y 5) moderada recuperación económica. Una actualización de dicho ordenamiento de riesgos, más acorde con lo observado en 2019, nos deja con el siguiente ranking: 1) deterioro del mercado laboral (agravado); 2) desbalances externos (inalterado); 3) riesgos inflacionarios (inalterado); 4) moderado crecimiento económico (agravado); y 5) riesgos fiscales y tributarios (aliviado). Veamos todo esto con algún detalle.

1) Deterioro del mercado laboral
Los riesgos de deterioro del mercado laboral han venido agravándose durante 2019, promediando la tasa de desempleo valores en el rango 10,5%-11% (+1pp frente a un año atrás), niveles superiores a lo pronosticado a inicios del año bajo un escenario de tensión (tasa de desempleo del 9,4%-9,6%). Por ello, dichos riesgos laborales ascendieron a la primera posición de nuestro ranking (frente a la cuarta posición de inicios del año).

Este deterioro del mercado laboral ha sido el resultado combinado de: i) una pobre absorción de mano de obra, con contracciones en la generación de empleo del -1% en lo corrido del año; ii) presiones por parte de 1,6 millones de inmigrantes venezolanos, aunque las estimaciones del Dane sugieren efectos más bien moderados (10pb sobre el desempleo de los colombianos); y iii) el grave error de haber reajustado de forma exagerada el SML (+3% real) para este 2019. Esto último evidencia la importancia de evitar repetir errores de política pública a través de incrementar exageradamente el SML real o recargar aún más los costos no salariales (hoy con multiplicadores de 1,5 veces).

Por esa razón, Anif ha venido recomendando un incremento del SML que no desborde el 4,5%-5% para 2020, resultante de esperar una inflación del 3,8% y unas ganancias en Productividad Laboral (en promedio quinquenal) no superiores al 1% (donde las estimaciones del Dane rondan valores aún más bajos del +0,2% anual para 2019 y un preocupante -0,4% anual en la Productividad Total de los Factores). Un mayor incremento del SML tendría el riesgo de agravar la destrucción de puestos de trabajo, especialmente bajo la coyuntura de 2019-2020, donde el moderado repunte económico (con crecimientos de solo el 3% en 2019 y del 3,3% en 2020) resulta insuficiente para compensar las rigideces estructurales del mercado laboral de Colombia.

2) Desbalances externos
Los riesgos externos se mantienen en la segunda posición del ranking de desafíos. Aunque a nivel absoluto, la magnitud de dichos desbalances ha resultado superior a nuestras expectativas de inicios de 2019. El déficit de cuenta corriente se ha deteriorado durante los dos últimos años (revirtiendo su tendencia de corrección de 2016-2017) y probablemente cerraría en niveles cercanos al 4,5% del PIB en 2019 (muy superior al rango 3,4%-3,7% del PIB que preveía Anif a inicios del año bajo un escenario de tensión).

Dichos faltantes externos se explican principalmente por el deterioro de la balanza comercial, con abultados déficits cercanos al 2,5% del PIB en 2019 (vs. 1,6% del PIB en 2018). Ello como resultado de la contracción de las exportaciones a ritmos del -6% anual (en dólares-FOB) durante enero-octubre de 2019 (vs. +12% un año atrás). Allí ha venido cayendo el componente de commodities (-10% anual), afectado por los menores precios del petróleo (US$64/barril-Brent, -11% anual) y el carbón (US$78/tonelada, -8%), mientras que las no tradicionales (agro, industria y similares) registran expansiones nulas.

Esta postración exportadora de Colombia es el resultado de los problemas estructurales de competitividad del consabido “Costo Colombia” (sobre-costos de transporte, laborales y energéticos), lo cual explica la elevada dependencia del aparato productivo en commodities (tan alta como un 70% del total de las exportaciones).

En línea con estos desbalances externos, se estarían observando devaluaciones promedio del 12% anual durante el año 2019 (superando nuestros pronósticos del 8% de inicios del año). Ello ha ocurrido pese a la complacencia del offshore en el mercado de TES, liquidando posiciones en economías emergentes más débiles. Dichas posiciones rondan ya niveles del orden de US$26.000 millones (25% del total emitido) a contrapelo de las persistentes debilidades fiscalesexternas de Colombia y de pérdidas en el potencial de crecimiento.

A diferencia de las opiniones de algunos analistas, y del propio gobierno, para Anif la persistencia de abultados déficits externos sí es una preocupación macro- financiera de la economía colombiana. Si bien se tienen algunos atenuantes en su financiamiento (básicamente las favorables cifras de IED y la aún abundante liquidez global), no luce prudente “descontar” la llegada de ahorros externos de cara a la incertidumbre global de 2020-2022 y el nerviosismo que produce en los inversionistas los expedientes de protestas-paros en Colombia (y el grueso de la región), ver Comentario Económico del Día 10 de diciembre de 2019.

3) Riesgos inflacionarios
Los riesgos inflacionarios se mantienen en la tercera posición de nuestro ranking, aunque las presiones inflacionarias están más cerca del escenario de tensión que avizorábamos a inicios del año (3,5%-4%). En efecto, la inflación estaría cerrando 2019 en niveles del 3,8% (vs. 3,2% de 2018), amenazando el requerido “anclaje inflacionario” respecto del rango-meta del 2%-4% anual de largo plazo establecido por el Banco de la República (BR).

En dicho repunte inflacionario ha venido incidiendo la aceleración de la inflación de alimentos hacia niveles cercanos al 5,5% en 2019 (vs. 2,6% en 2018), afectada principalmente por el cierre de la vía Bogotá-Villavicencio durante gran parte del año. Ello no logró ser compensado por la convergencia de la inflación subyacente hacia el 3,3% (vs. 3,7% de 2018). Allí el mayor costo de los importados (con una devaluación promedio del 12% anual en lo corrido del año) ha tardado en transmitirse a los precios, por cuenta de la moderada recuperación económica (manteniéndose la Brecha del Producto negativa en niveles). Prospectivamente, proyectamos mayores presiones en dicha inflación sin-alimentos en la medida en que deban reemplazarse inventarios importados ahora a TRMs de $3.400-$3.500/dólar (vs. los $3.100-$3.200/dólar de meses atrás) y se agote el espacio para compresión de margen en los productores-comerciantes.

Por todo lo anterior, Anif ha venido recomendándole al BR actuar temprano para contener las presiones inflacionarias a través de elevar su tasa repo en 25pb, llevándola hacia el 4,5% antes del cierre de 2019 (lo cual apenas implicaría retirar parte del estímulo monetario actual vs. la tasa neutral). El desvío respecto de la meta inflacionaria es notorio y persistente, esperando el BR una inflación cercana al 3,8% al cierre del año. Aunque esto iría en contravía de lo que está ocurriendo en el grueso de países emergentes, el BR evitaría comprarse un problema inflacionario hacia 2020. Ello en momentos en que ya tallan los graves problemas de déficits gemelos (fiscal- externo) y empiezan a avizorarse sobre-expansiones crediticias en la cartera de consumo (creciendo a ritmos superiores al 10% real anual).

4) Moderado crecimiento económico
Durante 2019, los riesgos de moderado rebote económico han coincidido con lo que avizorábamos bajo nuestro escenario de tensión, pues el crecimiento del PIB-real estaría rondando valores del 3% (vs. el 3%-3,3% estimados a inicios del año), ver Informe Semanal No. 1488 de noviembre de 2019. Ello nos llevó a reclasificar su ordenamiento en el ranking de riesgos de la quinta a la cuarta posición.

Si bien Colombia muestra resiliencia frente a las tensiones macro-financieras globales, el problema es que el país no luce hoy mejor por las ansiadas aceleraciones hacia potenciales del 3,5%-4%, sino por los graves problemas de estancamiento económico y gobernabilidad de la región.

5) Riesgos fiscales y tributarios
Los riesgos fiscales-tributarios ocupaban la primera posición en nuestro ranking de riesgos al inicio del año, donde avizorábamos una relación recaudo tributario/PIB del 14% para 2019 (vs. el 13,8% de 2018). A lo largo del año, dichos riesgos se han venido atenuando dado el buen comportamiento del recaudo, el cual se ha expandido a tasas reales cercanas al 8% en lo corrido a noviembre. Ello implicará sobrecumplimientos en las metas de recaudo bruto de la Dian cercanos a los $2 billones ($159 billones que probablemente se observarán al cierre del año vs. $157 billones de meta) y niveles de presión tributaria neta del orden de $150 billones (14,3% del PIB).

Ahora bien, dichas cifras de recaudo difícilmente validan la tesis de la llamada “confianza inversionista recargada” de la Ley de Financiamiento (hoy nuevamente en discusión en el Congreso en su versión 2.0 por cuenta de los vicios de trámite esgrimidos por la Corte Constitucional). Evidentemente, la discusión del drenaje tributario de dicha Ley nunca fue para el año 2019, pues allí solo entraban los elementos que sumaban a dichos recaudos. En esto último se destaca la mayor tributación de las personas naturales vía: i) mayores tasas marginales en individuos con ingresos superiores a los $40 millones/mes (pasando del 33% al 35%-39%), proveyendo recaudos por cerca de $2 billones (0,2% del PIB); y ii) el Imporriqueza a tasas del 1% para patrimonios superiores a los $5.000 millones, con recaudos cercanos a $1 billón (0,1% del PIB). También ayudó la llamada normalización tributaria ($1,1 billones, 0,1% del PIB) y la mejor gestión de la Dian, aunque esta última luce algo inflada prospectivamente en las estimaciones oficiales (proveyendo recursos por cerca del 1% del PIB/año).

Ese comportamiento del recaudo, junto con la congelación de elementos del gasto, probablemente llevará a sobrecumplimientos de la Regla Fiscal, llegándose a un déficit del Gobierno Central (GC) del 2,4% del PIB al cierre de 2019 (vs. el 3,1% del PIB en 2018). Allí también se tuvo algo de ayuda de las mayores utilidades del BR de la vigencia 2018 (llegando a cerca del 0,3% del PIB vs. valores nulos un año atrás) y su contabilización como ingreso del GC (cuando antes se contabilizaba en el cuasi-fiscal en las cifras del Consolidado Público).

Pero mucho más grave que estos elementos puntuales de 2019 resulta el hecho de que la relación Recaudo/PIB de Colombia se ha puesto estructuralmente en una preocupante trayectoria descendente por cuenta de dicha Ley de Financiamiento. Efectivamente, la presión tributaria estaría cayendo del pico del 14,5% en 2015 hacia un 13,7% del PIB en 2020 (similar a la observada en 2018) y probablemente a solo un 13,3% del PIB para 2022. Así, la brecha en materia de recaudo tributario respecto de la media de América Latina (a nivel del GC), en vez de cerrarse en al menos un 1,5% del PIB, se ha agravado hacia una brecha cercana al 3% del PIB. Todo ello es ahora susceptible de empeorar por cuenta del mayor drenaje tributario del IVA de la versión 2.0-“social” de dicha Ley de Financiamiento ante las presiones de los persistentes paros-protestas (lo cual analizaremos con mayor detalle en notas futuras).

Recordemos que ya a inicios del año, desde Anif opinábamos que la Ley de Financiamiento no era la reforma que necesitaba el país para tener tranquilidad fiscal durante 2020-2022, ver Informe Semanal No. 1444 de enero de 2019. Infortunadamente, todo parece indicar que seguiremos a la deriva fiscal por cuenta de la “tragedia de los comunes tributaria”, donde todos (particularmente la clase media) reclaman más gasto, pero nadie aporta los recursos necesarios para fondearlo.

Tan solo nos resta entonces agradecerles a nuestros lectores su fidelidad a lo largo de 2019 y desearles una Feliz Navidad y un próspero año 2020. Nuestro Informe Semanal estará reapareciendo en la tercera semana de enero de 2020.

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