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Analistas 27/03/2018

La desigualdad de la izquierda

Marc Eichmann
Profesor MBA Universidad de los Andes
Analista LR

Colombia es uno de los países más desiguales del mundo. El 20% más favorecido de los colombianos recibe el 50% de los ingresos totales, mientras el 20% más pobre solo recibe el 3%. Esto podría ser un argumento para adoptar un modelo, muy apetecido por ciertos sectores, en el que el Estado tenga mayor tamaño e intervención en la economía, para que pueda redistribuir mejor la riqueza entre los habitantes del país.

Este modelo político de intervencionismo estatal en la economía, arranca con el supuesto de que las fuerzas del mercado y la concentración de capital privado exacerban la desigualdad entre las clases. Por esta razón proponen que los servicios básicos para la población, como la salud, la educación, la seguridad social y hasta la alimentación, sean administrados desde lo público, para redistribuir más equitativamente la riqueza que el sector privado se encarga de concentrar. La mayoría de los partidos políticos que defienden esta tesis argumentan que redistribuir la riqueza es más necesario que dejar en manos de la iniciativa privada la creación de riqueza en estos sectores. En otras palabras, argumentan que es más importante repartir bien la torta que crecerla.

La solución del dilema planteado requiere dilucidar las causas de la desigualdad que tanto aqueja a nuestra sociedad. Lo primero que salta a la vista es que la causa es estructural. En Colombia solo el 32% del PIB está constituido por salarios, mientras que, en Suiza, Estados Unidos y Costa Rica, países mucho menos desiguales, corresponde a más del 50%. Si la participación de los salarios en la economía es menor, aquellos que acumulan capital participan más del PIB, generando más desigualdad.

Sin embargo, la razón principal por la cual Colombia tiene más desigualdad es que el Estado es absolutamente ineficaz como repartidor de riqueza. España, Inglaterra, Francia, Alemania, Italia y Estados Unidos tienen índices GINI de desigualdad, antes de la intervención del Estado, similares a los de Colombia, pero con la acción estatal disminuyen de 50% a 30%. En Colombia, en cambio, el índice GINI solo cae del 54% al 53% por la redistribución del ingreso que hace el Estado.

El Estado colombiano no redistribuye la riqueza principalmente por sus políticas en los ramos de pensiones, educación y salud, esto sin contar con la corrupción. En pensiones recogemos cotizaciones de los más pobres, que en muchos casos no se pensionan porque no llegan a las semanas mínimas, para subsidiar las pensiones de los de salario alto. En educación, subsidiamos universidades públicas, donde atienden más alumnos de clase alta y media que de clase baja. Y en salud, dedicamos fondos recaudados por medio del IVA pagado en parte por los trabajadores informales para llenar los huecos de las EPS, que constantemente se quiebran por atender a los más privilegiados.

A pesar de que los partidos de izquierda se vanaglorian de representar a los más desprotegidos, poco han hecho por ellos en Colombia. Por lo general representan a grupos sociales que entre todos son privilegiados, como los trabajadores sindicalizados y otros trabajadores formales que reciben ayuda estatal, pero rara vez están dispuestos incluir en sus prioridades a los desempleados y los trabajadores informales, los verdaderos desamparados del país. Ojalá lo hicieran, pero sin coartar la iniciativa privada, para que sean coherentes con el discurso que predican y aumenten así su arraigo popular.

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