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Al cerrar el viernes con un precio por barril realmente deprimido (Brent US$24,13 y WTI US$21,51), sigue llamando la atención la caída de los valores internacionales del crudo. Ayer la cotización fluctuó por debajo de US$20, hecho altamente preocupante en naciones como Colombia, que son dependientes del referido costo para planificar y desarrollar su actividad fiscal y financiera en general.
En este punto es relevante el aspecto histórico; dadas las circunstancias y eventos acontecidos hace ya más de 45 años, que elevaron el importe del barril de crudo a precios que en su momento resultaron insostenibles, pero que particularmente con el paso del tiempo, se hicieron parte del paisaje y, tanto los sistemas productivo internacional, como el económico y financiero, aceptaron finalmente tal incremento.
La década de los años 70, que se consolidaría con el tiempo en el periodo de emergencia de las corporaciones multinacionales alrededor del mundo, fue el contexto temporal en el que se agudizó la conflictividad entre las grandes potencias de Occidente y los miembros de la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (Opep). Estos últimos tomaron varias decisiones en relación con la producción del recurso y de manera directa impactaron su valor, casi hasta quintuplicarlo: el barril pasó de un precio promedio de US$2,5 a casi US$12.
Este hecho impactó tan fuerte la economía mundial que en pocas semanas se hizo común encontrar titulares y diversos análisis que hicieron uso de los términos referidos con una “crisis del petróleo”, aunque de manera equivocada, pues no se trataba de una crisis del crudo, como sí de un momento negativo de la economía de libre mercado que ahora dependía directamente del mismo. La coincidencia con la Guerra del Yom Kippur (aunque en realidad ambos temas estaban conectados, puesto que los miembros de la Opep lo que hicieron fue reaccionar contra los aliados israelíes), hizo que la inflación global se disparara y los resultados fueran claramente negativos para los inversionistas del sector, primero, y para toda la economía mundial, después.
Sin terminar la década, hacia 1979, nuevamente hubo movimientos en contra de los procesos de extracción y exportación de crudo. Se presentó en Irán la Revolución Islámica, de carácter nacionalista y religioso, y que con el liderazgo del Ayatolá Ruhollah Jomeini, forzó al cambio en la extracción de petróleo por parte de las grandes firmas multinacionales, afectando el precio nuevamente y llevándolo a un coste exorbitante de US$30 por barril. Así las cosas, entre 1973 y 1979, el alza total experimentó niveles de 1.200%.
Los años 80, que fueron de confrontación entre iraníes e iraquíes, empezaron con más contracciones en la extracción, producción y exportación de crudo, manteniendo la tendencia en la afectación del precio al alza. Para los primeros años de la década, el barril se situaba por el orden de los US$34, lo que significó una distorsión tan drástica que para ese tiempo la economía mundial, en lugar de ascender, decreció.
Una década después, luego de haber alcanzado una relativa estabilización (aunque con valores “inflados”), el precio volvió a verse afectado con los acontecimientos ligados a la Operación Tormenta del Desierto; y ya para este siglo, el desarrollo de las actividades de la Guerra contra El Terror forzó que la producción nuevamente se limitara e impactara su valor nuevamente al alza.
Tal como se recuerda, en 2008, el precio del barril Brent alcanzó los US$150. Es decir, que entre 1973 y 2008 (sin olvidarse acá el factor inflacionario), el valor se desbordó radicalmente, con un alza de 6.000% (en relación con su precio base de US$2,5). De acuerdo con el recorrido ofrecido, encontrarse con un petróleo a US$25 en promedio, debiera ser un asunto apenas normal, si las condiciones del mercado no hubiesen sido abruptamente afectadas por cada episodio de guerra presentado hasta hoy.