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Analistas 09/11/2022

Tiro en la sien

Juan Alberto Londoño Martínez
Ex viceministro de Hacienda

A pesar de los innumerables mensajes desde cada uno de los centros de pensamiento, la academia y los expertos, acerca del riesgo que suponía la aprobación de la reforma tributaria, tanto el gobierno Nacional como el Congreso de la República con su poderosa coalición de gobierno de la que hacen parte los conservadores progresistas, sin ruborizarse dieron un golpe a la estabilidad económica y el futuro de cada uno de los colombianos, sus oídos sordos, sus posiciones dogmáticas y su arrogancia, nos lanzaron al abismo.

Si bien, la discusión de la reforma incorporaba un gran número de aspectos frente a los mercados y la estabilidad fiscal del país, el tratamiento tributario de los hidrocarburos y el carbón era el único tema que realmente impactaba el futuro de las finanzas públicas. Tal y como lo dejó en evidencia el Comité Autónomo de la Regla fiscal, “Estos ingresos son la principal fuente de oferta de divisas, cerca del 40% de las exportaciones y del 20% de la inversión extranjera directa; y representan entre el 10 y 20% de los ingresos del Gobierno Nacional Central”. Sin embargo, frente al sector extractivo, se tomaron medidas realmente preocupantes. Se estableció que el pago efectuado por concepto de regalías no se pueda deducir del impuesto de renta y adicionalmente, se determinó que el sector petrolero pague una sobretasa en renta entre el 5 y el 15% de acuerdo con el precio internacional del barril de crudo, que con las cotizaciones actuales sería la más alta de ellas. Para el carbón se impone una sobretasa de hasta el 10%.

Así las cosas, de acuerdo con los análisis efectuados por Fedesarrollo, la tasa efectiva de tributación para el sector petrolero alcanzaría el 70%, duplicando así los impuestos que hoy se pagan por parte de las compañías. En el caso del carbón, la renta líquida sería cercana al 83%. Lo anterior supondría que por los efectos expropiatorios de estos impuestos, el país tendría una caída en producción cercana a los 80,000 barriles diarios. En consecuencia, la inversión extranjera se verá fuertemente afectada, las exportaciones del país se reducirán, la balanza comercial del país verá unos efectos realmente significativos incrementando su déficit y los ingresos fiscales de la Nación tendrán una significativa reducción.

En consecuencia, la reforma tributaria contrario a generar ingresos, disminuirá la capacidad de generar recursos para el Estado al minar la competitividad del país en una economía globalizada en la que al no observarse rentabilidad en este mercado, las inversiones en primer lugar no llegarán y las existentes, como se mencionó, ponen en riesgo su viabilidad y en muchos casos migrarán. Algunas cifras de las que se han mencionado indican que nuestra producción de petróleo que hoy es cercana a los 745 mil barriles diarios con un potencial de cerca de 950 mil, tendría una contracción tan fuerte que para finales de la década apenas alcanzará a ser de entre 450 y 480 mil barriles diarios. En una simple regla de tres, se observa que para las finanzas públicas y el pago de la deuda a mediano plazo, la reforma implica un menor recaudo.

Tal es la situación, que solo con ver nuestra tasa de cambio, entendemos la gravedad y el riesgo al que nos enfrentamos, el dólar a 5000 no es un techo que todos los días rompemos, se volvió el nuevo piso al que nos enfrentamos, esto implica que nuestra deuda denominada en dólares se ha aumentado cerca de un 25% con lo cual los recursos que, incluso dice generar la reforma, ni siquiera alcanzan para el mayor costo de la deuda, esto sin contar el aumento en las tasas de interés que estamos observando por la desconfianza que el país genera, lo cual llevó al Gobierno Nacional a cerrar toda colocación de deuda en lo que resta del año. ¿A qué tasas colocaremos el próximo año, llegaran los compradores de nuestra deuda? El año 2023, será sin duda el más aciago en la historia económica y social del país y será solo el comienzo de la horrible noche.

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