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El consumo de los hogares sigue siendo el gran protagonista de la recuperación económica. Este componente explica 8 puntos porcentuales de los 8,5 puntos de crecimiento anual observado durante el primer trimestre del año, es decir 94%. Por el lado de la oferta, las actividades artísticas y de entretenimiento tuvieron durante el mismo período un crecimiento anual de 35,4%. Los patrones de gasto mostraron un aumento intertrimestral de 5% en las actividades culturales y de 4,2% en las prendas de vestir y de calzado. El regreso a la presencialidad escolar y el avance en la normalización de eventos culturales, como los conciertos, pueden estar detrás de ese significativo aumento.
En términos de bienestar, la recuperación del consumo de los hogares es más que bienvenida. No obstante, es importante preguntarse sobre la probabilidad y conveniencia de continuar con una recuperación apalancada en el consumo.
Esta pregunta es aún más relevante si se tiene en cuenta las implicaciones macroeconómicas de un patrón de crecimiento que depende en buena medida de la financiación externa para mantener los actuales niveles de demanda. El déficit externo del país para el primer trimestre es superior a 5% del PIB. Los analistas económicos esperan un déficit en cuenta corriente para 2022 de 4,5% del PIB, pero con las cifras parciales todo apunta a que será más alto. El déficit fiscal, por su parte, podría ser ligeramente superior a 6% del PIB, pero si se adiciona la creciente cuenta del Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles, el hueco fiscal de este año será cercano a 8%.
Estos dos déficits, conocidos en la literatura como déficits gemelos, pueden terminar siendo más asustadores que las siniestras hermanas de la famosa película ‘El Resplandor’, de Stanley Kubric, de 1980. Más si el país compra la desafortunada idea de frenar en seco la industria petrolera, que es la que más divisas e ingresos fiscales genera. Incluso si logramos esquivar esa propuesta, que sería nefasta para la economía en el corto plazo, nos enfrentamos a un panorama retador.
El plan de recuperación económica funcionó. Es probable que el país alcance durante el tercer trimestre de este año el nivel de producción que hubiera tenido si la pandemia nunca hubiera ocurrido. Ya el consumo es 5% más alto del que hubiéramos tenido sin la crisis sanitaria. Es cierto que la pobreza y el mercado laboral todavía exhiben los efectos adversos del nefasto choque asociado al covid. No obstante, sin dejar de priorizar a los más vulnerables, el país debe empezar a recoger rápido las velas en materia fiscal y monetaria, si quiere evitar que en un escenario de tasas de interés al alza en Estados Unidos, el barco de la economía local quede expuesto a estrellarse contra las duras rocas de una salida de capitales que deje sin financiamiento los preocupantes déficit gemelos y sea el tipo de cambio el que ajuste el porrazo devaluándose a niveles muy superiores a los 4 mil pesos por dólar.
Este mensaje no es solo para los hacedores de política, sino también para las familias y las empresas. Es momento de volver a niveles de ahorro más altos y tener un manejo prudencial de la liquidez y optimizar el capital de trabajo. La moderación del consumo pospandemia, en algunos casos eufórico y apalancado en crédito en reacción al fin de los confinamientos, es clave. Es ahorra o nunca.