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Analistas 07/05/2015

Los costos de la educación

Jorge Iván González
Profesor de U. Nacional y Externado
La República Más
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La educación de calidad cuesta. El estudio de la Ocde, Education at a Glance 2014, compara el costo de la educación en diferentes países. Los datos se presentan en dólares PPA (paridad del poder adquisitivo). Las brechas son notorias. En Colombia, en primaria, un niño cuesta al año US$1.094  PPA, equivalentes a unos $2,6 millones. En Luxemburgo el niño cuesta al año US$23.871 ($57,2 millones). En Estados Unidos el costo es US$10.958 ($26,3 millones). El costo promedio niño año en primaria en los países la Ocde es de US$8.296 ($19,9 millones). En Chile, más cerca a nosotros, el costo es US$4.551 ($10,9 millones). Colombia gasta 4 veces menos que Chile, 8 veces menos que la Ocde.

En plan de desarrollo, Todos por un Nuevo País, se han definido tres estrategias: paz, equidad y educación. Si la educación realmente es una prioridad, el gasto en educación se tendría que aumentar de manera considerable. Colombia podría tener como referencia a Chile, ya que otros países como Luxemburgo son inalcanzables. Una meta relativamente modesta sería tratar de que el costo niño año fuera la mitad del de Chile. Ello implicaría pasar de $2,6 millones a $5,4 millones. Así que habría que duplicar los recursos. Y aún logrando esta cifra, el gasto continúa siendo insuficiente por tres razones. Primero, porque el país continuaría muy por debajo del promedio de la Ocde. Segundo, porque este nivel de gasto todavía no garantiza la calidad. Y tercero, porque el gasto en educación es marginalmente creciente. 

La calidad comienza a mejorar a partir de un cierto nivel de gasto. Mientras que este umbral no se alcance se está en una especie de trampa de calidad. Es imposible obtener buenos puntajes en pruebas internacionales como PISA (Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes) cuando los recursos destinados a la educación son tan bajos como los de Colombia. Los esfuerzos que se hacen por mejorar la pedagogía, la formación de los docentes, el trabajo en aula, etc., tienen que ir a la par con aumentos sustantivos en el gasto en educación. Duplicar el gasto para reducir la brecha con Chile ni siquiera permite salir de la trampa de calidad.

Además, después de hacer el esfuerzo inicial, se requiere que el gasto en educación siga creciendo de manera exponencial. Cada vez las exigencias son mayores. Las transferencias que se realizan mediante el Sistema General de Participación no alcanzan para distribuir los recursos de acuerdo con una capitación que vaya mejorando la equidad. Las actuales reglas de distribución (como porcentaje de los ingresos corrientes, puntos por encima de la inflación), no tienen nada que ver con una capitación definida con criterios de calidad. Las discusiones sobre la distribución del gasto en salud se deben realizar teniendo como parámetro básico una capitación de $5,4 millones niño año.

Desde el Gobierno se puede argumentar que no hay recursos. Frente a esta afirmación, que es reiterada y se presenta como inobjetable, valdría la pena insistir en que el problema no es la falta de recursos, sino la poca prelación que se le está dando a la educación en la jerarquía del gasto. Otros países sí han encontrado las fuentes de financiación. Refiriéndose a la supuesta escasez de recursos, la antigua relatora de Naciones Unidades para educación, Katarina Tomaševski decía: “en el mundo hay dinero para educación porque la evidencia muestra que hay plata para misiles”.
 

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