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Analistas 15/11/2012

Triste adiós a Juan Antonio

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Juan Antonio Daza nació del matrimonio integrado por un músico, Wilson Daza y su esposa Diana Cabrera, una familia humilde y sencilla como millones en nuestro país. Para el siguiente relato, ambos autorizaron el uso de los nombres reales, especialmente el del menor de edad. Daza y su esposa estaban afiliados a la EPS Confamiliar Huila ya que son de ese departamento.

Por razones económicas sus padres decidieron que Juan Antonio debía nacer Bogotá. Wilson buscaría aumentar sus ingresos como músico en una ciudad más grande y con, supuestamente, mayores oportunidades. Días después de su nacimiento en la capital, el pequeño Juan Antonio tuvo un ataque donde broncoaspiró (aspiración accidental de líquidos o alimentos por las vías respiratorias). En un primer momento, fue atendido en la Clínica de la Candelaria, pero días después  lo trasladaron a la clínica del Tunal. Fue hospitalizado luego de que un médico le descubrió broncolitis y nuevamente trasladado al Hospital Santa Clara para hacerle una cirugía. Luego de la cirugía, Juan Antonio permaneció alrededor de cinco meses hospitalizado, mientras sus padres angustiados esperaban su evolución.

En ese tiempo descubrieron que en el área de Pediatría del Hospital Santa Clara, solo había un medico profesional, y el resto eran practicantes. Tras la orden de ese médico de hacerle un examen de seguimiento, en el que era requerido un aparato llamado fibroscopio, nace un nuevo problema. El examen se solicitó el 12 de marzo de 2012 pero nunca pudo hacerse porque en hospitales como Simón Bolívar y Santa Clara ese tipo de instrumentos están dañados hace más de dos años. A nadie se le ocurrió solicitar el aparato en otras clínicas por aquellas pequeñas negligencias que pasan diariamente en nuestro sistema de salud.

Una vez salió de la hospitalización, ese médico le mandó oxigeno para mantenerse conectado las 24 horas, pero la EPS no autorizó el gasto.

Los padres de Juan Antonio desesperadamente consiguieron una máquina de oxigeno eléctrica, que a veces servía y a veces no, ya que donde se estaban quedando en la ciudad (una zona muy pobre de Bogotá), los cortes de luz son muy frecuentes. La intermitencia de la máquina coincidía con la irregular evolución de la salud respiratoria del niño.

El 25 de octubre de 2012, meses después de iniciado el drama, un burócrata realizó un trámite absurdo administrativo en el sistema de la EPS y determinó que debía retirar del servicio a Juan Antonio por usarlo en otra ciudad distinta a la original. Por obvias razones, el servicio no lo tomaron en Huila pues seis días después de su nacimiento fue hospitalizado en la capital. Confamiliar Huila no cambió de parecer y ante la angustia de perder la cobertura, los padres lograron negociar con la EPS, y les dieron servicio hasta el 29 de octubre pero no en Bogotá sino en el Huila. La familia sale corriendo para su departamento la última semana de octubre y Juan Antonio, a los ocho días de haber cambiado de ciudad, infortunadamente murió el pasado 8 de noviembre. Sus padres nunca sabrán si la cadena de errores, incluido el viaje repentino, tuvieron que ver con el deterioro del cuadro de salud de su hijo. Solo les queda la sensación, al igual que a millones de pacientes, que algo más se hubiera podido hacer o intentar.

El recién nombrado superintendente de Salud, Gustavo Morales dijo al respecto: “Hay EPS que ni siquiera están cumpliendo con el deber de informar sus estados financieros cada tres meses como lo manda la ley. Se abrió una investigación a 16 que no trasmiten información. Hay algunas serias y responsables que están teniendo dificultades de liquidez y de caja. Mis esfuerzos irán a todas aquellas que están pasando por encima de ley y que estén en dificultades. En definitiva, con respecto al caso puntual en mención, ninguna EPS puede retirar a sus afiliados”.

Ojalá la gestión del nuevo Superintendente y sus palabras sirvan para cambiar la triste realidad del sector.

Ñapa: Ayer antes del partido frente a Gremio por la Suramericana, Millonarios presentó su nuevo patrocinador: Cerveza Aguila de Bavaria.

Curioso que en el uniforme van a convivir dos bebidas de compañías que en otros momentos del mercado fueron rivales. Pepsi, el otro patrocinador, es franquicia que maneja Postobón. Los hinchas podrían preparar “refajo” para este final de año.

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