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Mientras en Chile Michelle Bachelet asume por segunda vez la presidencia de ese país, en Colombia han pasado 5 días de elecciones parlamentarias y seguimos enfrascados en el problema de siempre: acusaciones de compra de votos y fraude electoral. Las diferencias irreconciliables entre Álvaro Uribe (ahora Senador) y el presidente Juan Manuel Santos (quien va por la reelección) mantienen a nuestro país político en Equilibrio de Nash: todos perdiendo.
Retomando el tema Bachelet, varios países de la región han elegido presidentes mujeres y en Colombia apenas y de manera muy tímida algunas hacen el intento. Qué tienen las de afuera que ninguna colombiana puede alcanzar? Al país, el voto femenino llegó casi dos décadas después que al resto de América Latina y por esa razón, la tradición política ha sido mayoritariamente para los hombres. En el caso de Chile, más allá de su capital político, Michelle Bachelet tuvo muchas otras armas para derrotar a sus contendores. A la Presidenta electa por segunda vez, es frecuente verla con una sonrisa, cercana a la gente, con una respuesta eficaz la mayoría de las veces, sabe escuchar y jamás utiliza palabras hostiles hacia sus contrincantes. De hecho, ese carácter ha sido abiertamente utilizado por sus opositores para acusarla de ser demasiado débil como líder de un país. Pero el discurso le ha funcionado. “El triunfo de hoy no es personal (...) es un sueño colectivo que triunfa”, dijo Bachelet en agradecimiento antes de asumir su segundo mandato. Su admiración, especialmente entre las clases populares chilenas, que valoran sus políticas sociales ligadas a la infancia, a la maternidad y a la inclusión la han convertido en una gran líder. Para adornar la posesión con un detalle idealista y romántico, recibió la banda presidencial de manos de la presidenta del Senado, Isabel Allende, hija de Salvador Allende -primera mujer en presidir la Cámara Alta y con un protagonismo político lleno de significado. (Ver juramentación: https://www.youtube.com/watch?v=z6mZ9lN6FMg)
Caso similar, el de Dilma Rouseff en Brasil cuando se convirtió en la primera mujer presidenta de ese país. Al final de la campaña electoral recordaban al presidente Lula como el “padre” de los pobres y a Rouseff como la “madre”. Para asociarse emocionalmente con Lula, usó varias imágenes compartidas y en varios discursos estuvieron juntos. Fue definitivo el jingle donde parece que Lula canta para ella reforzando una herramienta varias veces utilizada en política, la del paternalismo: “Ahora las manos de una mujer nos van a conducir. Sigo echando todo de menos, pero feliz a sonreír, pues sé, mi pueblo ganó, una madre que tiene un corazón que va desde el Oiapoque hasta el Chuí. Te dejo en sus manos mi pueblo”. (Ver video: https://www.youtube.com/watch?v=k-hFhednAR0)
En Colombia las cosas son diferentes. Hace poco Clara López Obregón mencionaba que ha descubierto con los años que “cuando una mujer en la política se comporta con las características masculinas le va mejor pues hay una presión para suplantar la condición de mujer por esos atributos de competitividad, prepotencia, ejercicio de autoridad que tienen los hombres”. En las pasadas elecciones, de las 715 mujeres inscritas, solo 54 consiguieron llegar a Senado y Cámara. En el año 2010, de 551 mujeres aspirantes a una curul solo 37 resultaron electas. Colombia sigue mostrando un estancamiento en los indicadores de participación femenina comparada con otros países latinoamericanos. De las pocas que lograron conquistar a su electorado, aparecen nombres como Paloma Valencia y Tatiana Cabello por el Centro Democrático, o la exfiscal Vivianne Morales del Partido Liberal.
Por su parte, Claudia López logró conseguir más de 80.000 votos en su aspiración por la Alianza Verde y se convirtió, en su primer intento, en la mujer con más respaldo individual rumbo al Congreso. Tal vez pueda concretar con hechos lo que muchos colombianos sueñan: derrotar con voto de opinión las maquinarias electorales y bandas criminales que todavía inciden en los resultados de manera significativa. Me encontré con Claudia el miércoles en la noche en los pasillos de Caracol Radio. Me abrazó fuerte. La felicité, ambos sonreímos. Ojalá muchas más sonrisas femeninas lleguen a los cargos de elección popular. Si fuera por mí, que sean ellas quienes nos gobiernen. Seguro lo harán mejor que nosotros los hombres.