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Analistas 14/12/2018

La ley del monte

Con el nivel enardecido de discusión que hemos tenido en los últimos días alrededor del proyecto de ley de modernización de las TIC, queda una sensación de falta de rigor en argumentos de algunos colegas que opinan, más defendiendo sus espacios y empresas, que de una manera objetiva y periodística. Lo primero que se debe analizar es que estamos hablando de una industria en donde trabajan cientos de profesionales que producen contenidos noticiosos, deportivos, culturales y de entretenimiento.

Los que trabajamos en medios tradicionales como radio, televisión, prensa y revistas; hemos observado cómo en los últimos 10 años nuevas compañías (que no son medios de comunicación) comienzan a llevarse la atención de las audiencias, especialmente de nuevas generaciones, y también comenzaron capturando rangos marginales de 5% a 10% de la torta publicitaria. Hoy podemos decir que estas plataformas ya generan ventas que superan 35% de la torta publicitaria, y con una tendencia a seguir creciendo.

Todo el sector telecomunicaciones también ha sufrido cambios dramáticos. Hoy hay compañías que ofrecen servicios complementarios que anteriormente eran competidores. Cualquier gran operador ‘telco’ tiene servicios de telefonía móvil, telefonía fija, televisión por suscripción, acceso a internet, aplicaciones y sus propias plataformas de distribución de contenidos digitales, llamadas OTT.

En la misma industria compiten públicos y privados. Pasa en la radio, pasa en la televisión, donde además de la discusión entre pública y privada, hay diferencias conceptuales y económicas entre la cerrada y la abierta, entre la regional y la nacional. Todos están detrás de la misma torta que sigue decreciendo en tarifa, audiencia y en algunos casos en calidad.

La realidad es que, para la televisión, en cualquiera de sus tipologías, hoy los competidores son Netflix, Youtube, Facebook, Instagram y otras plataformas digitales. La radio, que subsiste aún gracias a la audiencia que está atrapada en los eternos trancones de las ciudades, compite hoy contra las redes sociales y las plataformas de música en línea como Deezer, Spotify o Napster. La prensa, como éste y otros periódicos de Colombia y el mundo, está sufriendo más que todos, por el alto costo de producir y distribuir el papel, mientras los principales lectores están ubicados mayoritariamente en el segmento de adultos mayores. Las nuevas generaciones difícilmente se informan fuera de una pantalla de celular.

El gobierno tiene el reto de equilibrar las cargas regulatorias, así como el de intentar proteger los empleos de una industria cambiante. Todos los micos en la foto son diferentes. Se debe buscar promover la inversión en tecnología y en desarrollo de contenidos. Cada empresa de medios, cada telco, cada proveedor de internet tiene un horizonte de tiempo particular en su línea de negocio y no se pueden equiparar los niveles de inversión de unos y otros, ya que provienen de naturalezas diferentes, así estén conviviendo en este mundo de convergencia TIC.

A los colegas que se han manifestado en favor o en contra de algunos apartes del proyecto, sólo basta recordarles que mientras algunos vociferan, respiran por la herida y señalan fantasmas y culpables donde no los hay, Netflix y otras plataformas siguen haciendo la tarea de capturar mercado sin dedicarle un solo minuto a hablar del tema. Se sigue fugando la pauta, en una selva en donde a este paso lo que ha imperado es la ley de monte.

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