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Analistas 29/06/2017

Gana el que más aguante

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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, escaló ayer su disgusto personal frente a algunos medios de comunicación al exponer de nuevo públicamente a presentadores y periodistas que no son de su agrado. Algunos colegas que desde la campaña han sido especialmente críticos ingresaron al listado negro del mandatario. Lo que comenzó como un señalamiento global de “Fake News” a cadenas, periódicos y estaciones de radio, se ha convertido en una fijación puntual por personas de la industria de la información.

Ayer las víctimas fueron Joe Scarborough y Mika Brzezinski, presentadores del magazín “Morning Joe” que se emite diariamente en la cadena Msnbc. Trump señaló a Scarborough de “psicópata” por sus continuos comentarios y a Brzezinski le dijo “loca” con un “bajo coeficiente de inteligencia”. “No lo vean más”, aconsejó a sus millones de seguidores en Twitter (muchos de ellos inexistentes). Los presentadores simplemente dijeron el miércoles que Trump es peor presidente incluso que Richard Nixon y “el mayor mentiroso” que nunca antes estuvo en la Casa Blanca.

Trump intentó dejar en evidencia a los presentadores, revelando una situación privada que sucedió el año anterior. Según él, la periodista estaba desesperada por una reunión y durante tres noches seguidas insistió en verlo en el club Mar-a-Lago de Florida, muy conocido ahora en Colombia gracias a los expresidentes recién aliados Álvaro Uribe Vélez y Andrés Pastrana Arango (que también lucieron muy desesperados en aquel recordado asunto). “Ella se desangraba por un estiramiento de la cara. Dije que no”, fue el trino.

De inmediato la cadena respondió respaldando a sus empleados, situación que a veces no ocurre en otras latitudes. Algunos periodistas colombianos extrañan de sus medios apoyo desde arriba en situaciones complicadas, en donde el contradictor ostenta semejante tipo de poder. Msnbc dijo: “Es una día triste para América cuando el presidente gasta su tiempo acosando, mintiendo y vomitando ataques personales en lugar de hacer su trabajo”. Horas después la portavoz adjunta de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, dijo escuetamente que el presidente “ataca al fuego con fuego” y que ellos no van a permitir “ataques de odio” por parte de los medios que consideran como “liberales”.

En la historia del Siglo XX, desde que se masificó la radio y la televisión, hemos observado a periodistas enfrentarse a mandatarios de diferentes maneras, por el control social con el proceso investigativo de encontrar verdades. Las audiencias confían en la capacidad de indagar y hacer preguntas incómodas para exponer las posibles irregularidades que a los gobiernos interesa ocultar. 

Los periodistas también tienen que aceptar que no siempre se portan bien. Hay venganzas personales, agendas ocultas, odio y tácticas de inducción. Las grabaciones secretas y el acceso a ciertas fuentes clandestinas o ilegales, es un terreno totalmente inexplorado para las audiencias, pero para nosotros es el día a día. En Chile, por ejemplo, Bárbara Fuentes y Manuel Delano, escribieron el libro “Periodismo en el límite” sobre seis ejemplos emblemáticos en donde las cuestionables prácticas de algunos dejan dudas sobre la frontera de la profesión. Trump y los medios están desatando una nueva batalla que al parecer solo apenas comienza. Si sigue por este camino, comprará una pelea que podría perder en el largo plazo. Ambas partes arriesgan sus respectivos ratings. Gana el que más aguante.

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