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Analistas 25/08/2018

La micro-movilidad y la economía compartida

Javier Villamizar
Managing Director
La República Más

Hace unos días se supo que Uber, fiel a su misión de consolidarse como una empresa de transporte multimodal, ha decidido invertir en el operador de bicicletas y patinetas eléctricas Lime, valorándola en US$1.100 millones.

Desde que fue fundada hace 18 meses, Lime ya tiene operaciones en más de 70 ciudades de los Estados Unidos y Europa. Su principal rival en los Estados Unidos, la empresa Lyft, pareciera estar siguiéndole los pasos con la adquisición de Motiva.

Como parte de lo que parece una estrategia enfocada a diversificar su modelo de negocio tradicional hacía la “micro-movilidad”, hace unos meses Uber había adquirido Jump, una aplicación especializada en bicicletas eléctricas compartidas. Los movimientos de Uber y de Lyft así como el interés que han despertado en inversionistas de capital de riesgo compañías como Bird, Spin, Skip and Ofo, parecieran indicar que ha llegado el momento de que este tipo de vehículos se vuelvan parte de los esquemas de movilidad de las principales ciudades del mundo. Como era de esperarse, la llegada de estos vehículos alternativos a varias ciudades ha comenzado a causar oposición y en algunos casos los gobiernos locales han decidido suspender su uso hasta que se regule su uso.

Varios estudios a nivel global concluyen que al menos 50% de los desplazamientos urbanos es de menos de cinco kilómetros, y casi 25% es de menos de un kilómetro. Es por eso que suena lógico pensar que particularmente para distancias cortas y en lugares con alta densidad poblacional, el desplazarse en moles de acero de más de 1.000 kilos de peso, quemando petróleo y contaminando el ambiente, empiece a ser visto como un anacronismo y como una amenaza para la salud de los ciudadanos. Y es ahí cuando los ciudadanos y los gobiernos empiezan a considerar la imperiosa necesidad de disminuir el tránsito de vehículos pesados y limitar el uso de motores de combustión interna.

El modelo de negocio del transporte urbano igualmente tendrá que evolucionar a lo que se conoce como “MaaS” (abreviatura de Mobility-as-a-Service), o movilidad como servicio. Finlandia, país líder en temas de movilidad integrada, lleva varios meses probando la aplicación Whim, que pretende unificar los diferentes proveedores públicos y privados de transporte en un solo servicio, siendo el primer prototipo real de MaaS en el mundo. La aplicación funciona como un planificador de viajes inteligente que sugiere rutas combinando buses, servicios de “ride-sharing” (por ej. “Uber”) y otros mas, eligiendo entre las ofertas de transporte en tiempo real.

En un modelo MaaS, los ciudadanos pueden movilizarse de manera transparente y óptima sin tener que ser propietarios de un vehículo y por medio de una única aplicación y un medio de pago integrado. El proveedor de MaaS actúa como un integrador de los servicios de transporte público, carros compartidos, bicicletas, patinetas, o cualquier otro mecanismo de movilidad, facilitando el acceso y optimizando las rutas haciendo uso de todos los medios disponibles.

La evolución natural de la movilidad gracias a la introducción de plataformas tecnológicas es el llegar a una “movilidad interconectada”, donde se eviten los problemas de tráfico y se disminuyan los tiempos de transito para los ciudadanos. Esperemos que los gobiernos tomen la delantera y se vuelvan promotores de estas iniciativas en lugar de convertirse en obstáculos para el progreso como ha pasado con las regulaciones de los proveedores de movilidad alternativos hasta ahora.

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