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Analistas 02/12/2017

¿Criptoburbuja o criptorealidad?

Javier Villamizar
Managing Director

El precio de un solo bitcoin alcanzó máximos históricos por encima de los US$11.000 esta semana, poniendo nerviosos a creyentes y escépticos y al mismo tiempo generando una ola de interés a nivel mundial y dándole un impulso fuerte al valor de otras cuantas monedas digitales más pequeñas y nuevas como ethereum y litecoin. Economistas y expertos en finanzas se han volcado a los medios para pedirle cautela a la gente argumentando que podemos estar “ad portas” de una catástrofe de proporciones incalculables si la aparente “criptoburbuja” que se ha venido formando termina explotando en el corto plazo.

Uno de los problemas de las monedas virtuales o “criptomonedas” es que el ciudadano común y corriente carece de la más mínima noción de lo que son o representan, mas allá de lo que se escucha en medios y círculos sociales sobre la oportunidad de inversión que representan por la forma exponencial en que el valor de las mismas ha venido aumentando en los últimos meses. El precio de los bitcoins o cualquiera otra moneda virtual se rige por las leyes de la oferta y la demanda. Cuando se incrementa la demanda de bitcoins en el mercado, el precio sube y cuando cae la demanda, cae el precio. Al igual que con el oro o cualquier otro recurso natural no renovable, el volumen total disponible del mismo es limitado. A diferencia de la minería en el mundo real, que depende de diversos factores, los nuevos bitcoins son creados a una velocidad predecible y decreciente, lo cual hace que la estabilidad o volatilidad del precio dependa hoy en día, en gran medida, de fuerzas especulativas.

Recientemente, el servicio de rentas internas (IRS por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos ha empezado a interesarse en el tema como lo demuestra la reciente solicitud de información al mayor proveedor de servicios relacionados con criptomonedas, la firma norteamericana Coinbase (que hoy en día cuenta con 13 millones de usuarios, superando a instituciones del mundo del corretaje como Schwab, que reportó 10,6 millones de cuentas a finales de 2016).

El IRS está buscando indicios de posibles ganancias no declaradas por individuos y corporaciones que han encontrado en las monedas virtuales un mercado paralelo sin regulación, supervisión, ni ningún tipo de reporte al fisco. Al igual que pasó con el comercio electrónico, el momento en que los reguladores y las agencias de recaudo de impuestos ponen sus ojos en el tema, señala que el negocio ha alcanzado una nueva etapa de madurez y ha dejado de ser un juego sin importancia donde ahora los individuos están obteniendo ganancias económicas considerables. Las agencias de seguridad también han empezado a ponerle atención al mercado de las criptomonedas, que debido a su naturaleza virtual y el carácter anónimo de las transacciones con las mismas, se han convertido en la moneda preferida por los criminales.

El otro problema, en un mundo donde a diario nos enteramos de nuevos ataques informáticos, es el de la seguridad. Basta con recordar que Mt. Gox, el que en su momento fuera el mayor mercado de bitcoins con el control de más de 70% de las operaciones mundiales, tuvo que suspender las operaciones en febrero de 2014, después de que detectara el robo de unos 850.000 bitcoins de sus clientes, los cuales en ese momento estaban valorados en US$450 millones.

Pese a los problemas, las críticas y sobre todo la incertidumbre que las rodea, lo que sí queda claro es que las criptomonedas están aquí para quedarse, todavía son demasiado jóvenes y desconocidas, pero no tienen cara de ser una moda pasajera.

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