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Analistas 16/02/2019

Es irresponsable hablar de ‘opción militar’ en Venezuela

Gustau Alegret
Director periodístico de NTN24 en EE.UU.
Analista LR

En agosto de 2017 -hace ahora un año y medio- el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, dijo por primera vez que la opción militar en Venezuela era una opción que él estaba considerando. «Tenemos muchas opciones para Venezuela, incluida una posible opción militar, si es necesario», dijo entonces Trump a los periodistas tras una reunión con funcionarios de su administración en su campo de golf en Nueva Jersey. Desde entonces, la inconcreta frase «todas las opciones están sobre la mesa, incluida la opción militar», ha sido repetida una y otra vez por altos funcionarios sin más detalle ni explicación.

La frase gusta, especialmente a un sector del partido republicano y también a una parte de los venezolanos que ven en la intervención militar como la única salida a la crisis que permita unas elecciones libres.

¡Qué contradicción! Apelar a la fuerza militar para defender la democracia. Usted puede pensar que a veces es necesaria esta acción militar para alcanzar el bien mayor. Sí… tal vez, pero ¿han pensado -quienes defienden esa opción- en las consecuencias que tendría?

A Juan Guaidó hoy lo reconocen más de cuarenta países del mundo, incluyendo la mayoría en Europa y América Latina. Ese consenso internacional se forjó, en gran medida, en el llamado Grupo de Lima, que reúne a 14 países del continente y cuya coordinación contribuyó a que la comunidad internacional desconociera a Nicolás Maduro y reconociera a Guaidó como presidente interino de Venezuela. Es ese consenso que hoy ampara y apoya a Guaidó y a la oposición el que permite a Venezuela continuar avanzando hacia una transición; un amparo y un apoyo sin el cual hubiera sido muy difícil que Guaidó hubiera llegado hasta donde está hoy; y un amparo y un apoyo, también, que tiene a Maduro en una situación complicada, probablemente la más complicada en 20 años de chavismo.

Una intervención militar unilateral de Estados Unidos, o de Estados Unidos con algún país que le apoyara, daría al traste con ese consenso sobre el que hoy avanza esa frágil transición que hace tan solo dos meses muy pocos pensaron que llegaría tan lejos.

La Administración Trump debería ser más cautelosa y alejarse de esa amenaza retórica que embarcaría a Estados Unidos en un conflicto internacional con grandes potencias como Rusia o China y en el que no contaría con el apoyo ni de la Unión Europea, ni del Grupo de Lima, y que dejaría a Guaidó y a la oposición en una situación política complicada, de inseguridad personal, y de dudosa legitimidad democrática.

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