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Analistas 09/11/2012

Dignidad cafetera

Guillermo Trujillo Estrada
Analista cafetero
Guillermo Trujillo
La República Más
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El movimiento por la Defensa y la Dignidad Cafetera que tanto ha movido la opinión  en este semestre merece un análisis, si tenemos en cuenta que desafortunadamente  está vinculado a un partido político.

No es bueno para los cafeteros que sus propósitos y necesidades se conviertan en banderas de un partido  que aprovecha las circunstancias de precio para inmiscuirse en los asuntos de una actividad productiva que no puede tener color político. Mas grave aun que los cafeteros que se denominan líderes, firmantes de la carta al Presidente de la República, se presten para politizar  a los cultivadores, cuyos intereses por naturaleza no pueden ser partidistas.

 Lo más paradójico es que los promotores, grandes productores de café, terminen unidos con un partido de izquierda que está lejos de los intereses capitalistas que ellos representan. Parece más bien un propósito de buscar quien les colabore a escudarse en los pequeños productores para defender su negocio. En esta contradicción también entra el partido que consciente o inconscientemente termina defendiendo propósitos ajenos a su plataforma ideológica. Finalmente no se sabe  quien utiliza a quien.

Este movimiento si bien a sonado, no toma fuerza, porque los pequeños campesinos no se prestan para estos propósitos y saben dividir muy bien su interés político de su interés económico.  Forman parte del gremio con la tradición democrática mas solida de Colombia. En las últimas  elecciones votaron el 64% de los cafeteros cedulados para elegir 354 comités municipales y 15 comités departamentales, eligiendo por cuatro años  4.428 delegados entre 14.000 candidatos, con una participación electoral no superada  en elecciones presidenciales, ni en las de congreso. Por lo tanto es un gremio con líderes legítimos, que generalmente no caen en trampas políticas. La Federación de Cafeteros constituye uno de los pilares institucionales de Colombia.

No es seria,  una agenda que pretende que se fije un precio político a un producto que depende de la oferta y demanda en el mundo. Es populismo absoluto pedir $1 millón de pesos por carga sin saber de dónde sale el dinero. Si algún sector conoce los vaivenes del mercado mundial es el cafetero.

Luchar para que no se exija sembrar variedades resistentes es un contrasentido cuando el gremio a luchado por obtener variedades que aseguren el cultivo contra las plagas, y el desarrollo de nuevas variedades es uno de sus éxitos.

Solicitar que se reduzca el precio de abonos e insecticidas es una frase bonita para ilusionar, cuando los precios de  estos productos  obedecen a una realidad del mercado.

También solicitan investigar las cuentas del Fondo nacional del Café, tal vez las más escrutadas y analizadas de Colombia.

Alivio a la deuda, eterna solicitud de los morosos de siempre, que terminan perjudicando a las mayorías de campesinos cumplidos  que cuidan su crédito cómo lo más preciado. Esto sí es oportunismo político.

Solicitar acceso gratuito a los programas para combatir la roya y la broca es una falacia, cuando precisamente la investigación en café tiene la característica de  bien público.

Finalmente condena el TLC, mientras  todo el café que Colombia produce lo exporta y depende  de los acuerdos comerciales para acceder libremente a los mercados. Plantear esto como una petición de los cafeteros es abusar del discurso y burlarse de los productores.

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