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Analistas 01/12/2014

Café, nuevo rumbo

Guillermo Trujillo Estrada
Analista cafetero
Guillermo Trujillo
La República Más
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‘Como para alquilar balcón’ fue el título de mi artículo en septiembre anunciando que el próximo Congreso Cafetero podría estar convulsionado ya que, por primera vez, asisten líderes cafeteros recién posesionados, con pensamiento alternativo y diferente.

Efectivamente en el precongreso los delegados de Huila, Antioquia, Caldas, Risaralda y Cundinamarca, que representan más de 53% de la producción y a más de la mitad de las familias ceduladas, pidieron un cambio en la gerencia de la Federación Nacional de Cafeteros.

Convocan los firmantes de la carta a una reflexión sobre el presente y futuro de la caficultura, con una visión estratégica de largo plazo. Proponen hacer análisis profundo, con ideas y argumentos, sobre lo que sirve y obstaculiza en el desarrollo de la actividad. Piden abrir las mentes para desafiar los paradigmas de la dirigencia y señalan como una gran falla la pérdida de liderazgo, el no saber comunicar ni al Gobierno, ni a los cafeteros, ni a los que piensan diferente.

En la misma comunicación, manifiestan su deseo por un gremio diferente, flexible, abierto, que necesita revisarse y reinventarse, donde se tolere la libertad de pensamiento con nuevos propósitos y una visión colectiva. En definitiva, un nuevo rumbo.

Creo que la situación es de angustia institucional, porque a pesar de vivir un buen momento económico, nunca, en los más de 40 años que he seguido y vivido de cerca el devenir cafetero, había leído un documento con esta voluntad de cambio, emanado de los mismos dirigentes regionales.

Reclaman un nuevo rumbo, con un líder diferente, que permita administrar la transición del gremio y del sector. Agregan que las personas son pasajeras y que se debe pensar en el interés colectivo y no en el individual, pasando por encima de egos y arrogancias.

Un mensaje como este no tiene antecedentes en la historia de la Federación Nacional de Cafeteros. Es el momento para que el gerente por dignidad, amor y respeto a la institución, también reflexione y decida hacerse a un lado para que el gremio de verdad aplique el eslogan de “unir y construir”, buscando ese nuevo rumbo.

Es inadmisible continuar en una situación como la que ha afrontado Luis Genaro, con un gremio desunido desde el día de su elección, y que con sus actuaciones ha agudizado. El manejo del paro cafetero, su resistencia a escuchar a los caficultores de otras corrientes, el marginarse de la solución del problema que paralizó el país, culminando con un innecesario Congreso Cafetero Extraordinario, desafiante ante el Gobierno, que buscaba demostrar el apoyo de la mayoría y que profundizó las diferencias.

En su administración, la oficina central se desconectó de las regiones. Fue esta sintonía con las comunidades uno de los activos institucionales, por ser la FNC la expresión de los intereses de los diferentes departamentos. Precisamente, cuando el famoso paro, el comité de gerencia no contaba con un solo miembro de región cafetera que le permitiera conectarse a esa realidad, con tradición cafetera y conocimiento de esa problemática. Esa es la inseguridad propia de los mandatos débiles, que se encierran pensando que todo el mundo los puede tumbar, e inadmisible en un gremio con tradición, de  alta participación democrática y amplia representación. 

Quienes reclaman una señal del Gobierno, como corresponsable de las decisiones del Comité Nacional de Cafeteros, deben leer (en mi concepto) que muchas veces el silencio es más elocuente que la palabra. Permitir que el gremio decida, sin pronunciamientos de respaldo al gerente es la expresión del talante democrático del Presidente Santos. Sin embargo, en el contrato de administración del Fondo Nacional del Café es el Gobierno quien vota la terna para gerente. La mayor demostración de apertura y voluntad de cambio, la envió el Gobierno cuando creó la Misión del Café.

Es el momento de salir por la puerta grande. De lo contrario, se sucederá más temprano que tarde, un hecho que no corresponde a la dignidad del cargo y de la institución, y tampoco de una persona que por tantos años ha estado al servicio del gremio. Grandeza es lo que se necesita en estos momentos. Es la mayor demostración de amor al gremio.

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