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Analistas 03/11/2022

¡Ojo con el crecimiento!

Guillermo Cáez Gómez
Socio Deloitte Legal
GUILLERMO CAEZ
La República Más

Desde las voces autorizadas del gobierno y desde algunos miembros de la bancada del pacto histórico se ha venido hablando de que la forma de medir el crecimiento económico en el mundo ha cambiado, al punto que se han arriesgado a decir que el enfoque de la economía y su crecimiento se ve reflejado no en las cifras de impacto de la productividad de determinada industria en el PIB del país, sino en el bienestar de los trabajadores.

Estamos de acuerdo que Colombia necesita un cambio de mentalidad en el que se entienda que el ocio y el descanso son vitales para la creatividad, innovación y salud mental de los ciudadanos, tal como lo escribí hace poco en la columna titulada “Sociedad del cansancio”. Pero eso no quiere decir que un gobierno progresista pierda de vista el contenido económico de los derechos. Dicho de otra forma, garantizar un derecho cuesta dinero para el estado o para el privado y con anuncios de recesión económica, no es conveniente implementar reformas que terminen siendo regresivas y generando el efecto contrario a lo que se pretende.

También es cierto -como lo he escrito muchas veces en esta columna- que la regulación en términos generales ha estado más dirigida hacia la gran empresa, dejado a un lado a las Mipyme que son 98% del tejido empresarial colombiano. Pero mi preocupación va más por lo que se dice públicamente por algunos miembros de la bancada, pues si no hemos logrado ser el Silicon Valley latinoamericano, muchos menos lo seremos si se enfoca la política pública de crecimiento económico y empresarial en una estrictamente asistencialista.

Enfocar la agenda progresista en medidas poco audaces, lo único que traerá serán lamentos por el sacrificio que implicará al crecimiento empresarial. No puede disfrazarse e improvisarse una agenda social como apoyo el emprendimiento, tal como lo dijo Mariana Mazzucato en una entrevista en otro medio de comunicación, está bien desde el estado promover e incentivar con recursos la sostenibilidad y otros aspectos, pero lo que no se puede hacer es librar al privado de su autonomía en la forma de hacerlo, en el cómo innovar.

Soy un fiel creyente en que un estado que se mete en la casa de los ciudadanos a decirles incluso como deben criar a sus hijos es un estado poco deseable. Me gusta más una política pública que tenga un alcance regulatorio sin que deba intervenir demasiado en la vida y libertades privadas. En vez de estar pensando en volver todo una ley, lo que se debe promover es la integración de lo público y lo privado (como también lo he repetido hasta el cansancio en esta columna), mover la educación para que se genere una cultura que entienda que la única forma de lograr verdaderos avances es movernos desde en una sola agenda y con un solo propósito de país.

Los sesgos ideológicos, culturales, de género y demás, deben desaparecer en todos los sectores. La imposibilidad de moverse hacia un mismo lugar parte de la premisa en que creemos falsamente que unos lo hacen mejor que otros o que quienes no piensan como nosotros son incapaces de lograr transformaciones necesarias para impulsar un solo objetivo que es: un mejor país. Así que antes de como dice mi madre, “meter las de caminar”, pensemos que es más sencillo oírnos entre nosotros, llegar a acuerdos con un propósito común y desde ahí construir lo que no se ha podido en nuestra historia como república. Si le apuntamos a lo que he llamado la reivindicación social de mercado, tendremos un crecimiento económico con equidad.

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