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Analistas 02/08/2018

Esperanza

Guillermo Cáez Gómez
Socio Deloitte Legal
GUILLERMO CAEZ

Hace pocos días el gobierno entrante hizo anuncio sobre la inclusión de incentivos tributarios para los emprendedores. Importante noticia para el mundo del emprendimiento en Colombia y las condiciones en las que actualmente se tienen que desarrollar los negocios y empresas.

Como lo he dicho a lo largo de muchas columnas que he escrito sobre las condiciones de emprendimiento, el sistema tributario en general es muy complejo y la tasa de tributación es absurda para un país que hasta ahora de dientes para afuera ha dicho apoyar el emprendimiento y el crecimiento empresarial, pero al interior son pocos los esfuerzos en este sentido.

Tener mejores condiciones tributarias para las empresas que le apuesten al desarrollo de nuevas ideas es uno de los impulsos más importantes que puede tener un emprendedor y vamos a ver por qué. Cuando un emprendedor decide iniciar formalmente sus actividades empieza por constituir una sociedad y registrarla en la Cámara de Comercio. Con solo el hecho del registro, ese emprendedor que no ha facturado su primera venta ya está obligado a declarar y de ser el caso pagar renta, es el primer impuesto al que se tiene que enfrenar.

Ahora bien, partamos del supuesto que ese emprendedor que tiene su primera sociedad para este nuevo negocio empieza a facturar a grandes proveedores, en ese momento esa empresa del emprendedor tiene obligación de declarar y pagar la retención en la fuente, el IVA y el ICA. Suponga que a ese emprendedor que ya tiene impuestos para pagar, su cliente final no le paga sino en los próximos 60, 90 o hasta 120 días después de radicada la factura.

Es una soga que se está apretando con el dilema de cumplir con las obligaciones tributarias, sin acceso a crédito empresarial como emprendedor y sin que su cliente al momento del pago de los impuestos le haya pagado su primera factura.

El panorama es difícil, el riesgo de iliquidez y cierre de la compañía como el ejemplo no es por falta de ventas; lo es por no contar con los recursos en el tiempo que sus simples obligaciones tributarias se lo exigen, eso sin contar que para la primera venta ya tuvo que pagar a proveedores si es un bien o su operación si es un servicio. Esta ruta es la que recorren y hemos recorrido millones de emprendedores, muchos se han quedado en el camino y otros por el contrario seguimos vigentes.

Esta historia es relevante para tener clara la importancia de incentivos tributarios al emprendimiento y su necesidad para que el tejido empresarial colombiano crezca y con él las oportunidades de empleo y de desarrollar un modelo de negocio con condiciones propias de un país que pretende codearse de tú a tú con los grandes en la Ocde.

Los incentivos tributarios son hasta ahora el primer paso para mejorar las condiciones del emprendimiento desde la política de gobierno. Pero no solo desde lo público se pueden hacer cambios relevantes para una sociedad, es necesario que el país y sus sectores se engranen para cumplir el propósito superior de cambiar los paradigmas arraigados en el país, el aporte del sector privado será fundamental para que las políticas públicas tengan real efecto y nuestro tejido empresarial pierda la fragilidad que hoy lo tiene sometido décadas de olvido y ostracismo normativo.

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