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Malgastando los impuestos capitalinos, decidida a manipular las estadísticas de corto plazo, Claudia López patrocinó a 40 garajes mientras abandonaba a la Universidad Distrital, y la excelencia pedagógica. Por eso educación es sinónimo de fracaso y desilusión; las poblaciones excluidas y desertoras crecen, quienes se gradúan salen cada vez peor preparados, y casi todos terminan rebuscando ocupaciones precarias.
En Estados Unidos, la anterior generación era la más educada de la historia; ahora, dado que las clases son aburridas o las ofertas laborales están dirigidas para quienes obtienen certificaciones emitidas por los oligopolios, la tendencia es vincularse a las “Universidades Corporativas” de Disney, McDonald’s o Microsoft, entre otras.
Como consecuencia, la inequidad y el estancamiento adquisitivo de los salarios impusieron tendencia; además, la pandemia afianzó que la única meta viable es sobrevivir: no prosperar. Carpe diem, esos antecedentes, sumados a las oscuras proyecciones, guían a la conclusión de que es absurdo disfrutar el presente, y apostar sus recursos -expectativas, esfuerzo o tiempo-, a una «carrera» pérfida o efímera.
Finalmente, el costo de oportunidad termina ridiculizado por la usura y la crisis de deuda. Al respecto, la Corte Suprema dictará sentencia sobre las facultades de Biden para condonar hasta US$$400.000 millones que sólo maquillarán un síntoma, al beneficiar a una minoría coyuntural, en ausencia de soluciones estructurales.
La reforma inicia en el peor momento del inmaduro Gobierno
Aunque los tecnócratas dicen que el impacto del movimiento «anti estudiantil» será crítico para la otrora potencia, no demuestran contrición porque tampoco permiten que la educación sea universal y gratuita. Seguirá siendo objeto mercantil, en detrimento de las humanidades, mientras los presupuestos públicos resienten los recortes por nutrir la guerra o salvar al sector financiero, entre otras prioridades.
Respecto a los maestros, la mayoría no merece su trabajo porque no se capacita durante toda su vida, y tampoco dedica tiempo a preparar los contenidos, las metodologías, las asesorías, las evaluaciones y las articulaciones requeridas, entre materias y niveles. Claro, siempre hay alguna excepción, como la protagonizada por la tragicomedia Abbott Elementary.
El alcalde de la Capital del Mundo, un demócrata afroamericano, recitó mediante Twitter: “Enseñar es un llamado. No lo haces por el dinero, lo haces porque crees en los niños que van a tus aulas. El sistema escolar más grande del país es tan fuerte como los maestros. ¡Feliz #TeacherAppreciationWeek” (@NYCMayor, 11/5/2023).
Sofismas baratos, como los perjurados por la pésima secretaria de @Educacionbogota -esposa del director de Planeación Nacional-. Igual, el vandalismo estudiantil acelera la extinción de las instituciones públicas, y Fecode apenas lucha por obtener incrementos salariales: nunca por mejorar la experiencia de aprendizaje.
El sector está «perrateado», los garajes tampoco son sinónimos de emprendimiento, y la reforma inicia trámite en el peor momento del inmaduro gobierno Petro. Así, el riesgo es que el retorno de su inversión siga perdiendo ante la alternativa que ofrece lo más parecido a una «carrera»: el taxi.