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Analistas 22/04/2019

Relaciones multilaterales

Germán Eduardo Vargas
Catedrático/Columnista

Pangea era nuestro único continente, hasta que las fuerzas de la naturaleza, tectónica y humana, fracturaron el planeta; ahora aplicamos el Teorema de la Minimalidad Cromática para evitar que, al colorear nuestro cambiante mapamundi, regiones adyacentes compartan igual luminosidad.

Continentes, países y ‘partidos’, naufragan en mar de culpas; aislados en sus islas pierden de vista nuestro archipiélago global (dilema árbol/bosque), abriendo espacio al estrecho separatismo y los extremos márgenes de error democrático. Verbigracia, el Brexit ganó (52%) pero la permanencia triunfó en NorIrlanda y Escocia (cuyo referendo independista obtuvo 45% en 2014).

Es necesario reconocer que Reino Unido (UK) nunca estuvo comprometido con la Unión Europea (UE); simplemente acordaron ser ‘amigos con privilegios’. Descubiertos, los otros 27 miembros de esa relación ‘poliamorosa’ sienten trato injusto, y las euroelecciones reflejan problemas de gobernabilidad: valores, objetivos y mecanismos incompatibles.

Verbigracia, el Euro no es la moneda oficial de todos, y el Banco Central prescribe recetas únicas para países con situaciones divergentes. Los celos germanos reprimen el centralismo belga, y su soberbia impone la suscripción de ‘capitulaciones’, rechazando una solidaria unión fiscal y presupuestal.

Igual, la sucia fusión Deutsche-Commerzbank demuestra que juegan con las reglas y relaciones por conveniencia. Entretanto, Francia apeló al miedo para promover el ‘renacimiento europeo’; según Macron, “¿qué país puede actuar solo frente a las estrategias agresivas de las grandes potencias?” (traduciendo mosquetero, ¡nada de 1-1: Todos vs. 1!).

Volviendo al pasivo-agresivo epicentro, la separación tensionará los vínculos indefinidamente (‘flex-tension’, fl-extension), mientras unos siguen aferrados al dilema de que separarse sería tan malo en el corto plazo como seguir juntos en el largo, y otros orquestan en secreto un incontestable abandono (‘ghosting’). En este bucle de indecisión, falta de credibilidad y traición, la primavera y el verano seguirán enfriándolos (economía) y deshojándolos, tentados por relaciones paralelas con Asia, como China, ahora que se dieron un tiempo con Estados Unidos de América.

Mariposa traicionera (‘rival sistémico’; ‘Jingxi zhuzhici’, Chengyu) corteja aquella Unión Libre (UE), ruega perdón por afectar sus empresas y conquistó tanto las ruinas griegas como la otrora imperial Italia, cubriendo su bota con una manta de sombras, hecha de Seda, como lo hicieron en el sector iluminación porque ignoraron la fidelidad de las conexiones LiFi, en el caso Philips, y valoraron tardíamente a Osram.

En su ocaso, esta escéptica Europa no evoca mitología (Ovidio), sino al satélite del enorme Júpiter; entretanto, Naciones Unidas juega Lego con fichas (países o bloques) que funcionan como ínsulas (con demasiadas ínfulas). A propósito, Kintsugi es un arte japonés que repara rupturas, usando oro: ¿será que todo el del mundo puede materializar Utopía (Ideal, Ubicado en ninguna parte), aquella isla que soñó Moro (1516) recorriendo Flandes y UK, o restaurar simbólicamente la Pangea que ‘Imaginó’ John Lennon?

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