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ANALISTAS

Tratamiento para la productividad

sábado, 8 de septiembre de 2018

La miopía en la productividad expuesta en mi anterior artículo merece ser aclarada dada la urgente y prioritaria necesidad en nuestro país de mejorar ostensiblemente su alicaído desempeño, siendo decisivo retomar la secuencia lógica que está claro debería de considerarse al tratar un paciente con síntomas de estar en estado crítico, la cual parte por mejorar sustancialmente la innovación científica y tecnológica, que influenciará directamente a la productividad, permitiendo así alcanzar desempeños competitivos superiores, junto a alto crecimiento económico sostenible, diversificación y sofisticación.

Al respecto es clave considerar la literatura internacional en particular la más relevante, por lo cual destaco los aportes del Banco Mundial contenidos en el libro “Innovation Policy: Guide for Developing Countries” (2010), que convenientemente ilustra tres canales de transmisión para alcanzar la frontera tecnológica en todas las arenas del conocimiento global, a saber: el comercio, la inversión extranjera directa IED, así como las diásporas y las redes de trabajo; que a su vez se movilizan en los distintos países según su capacidad de absorción tecnológica, asociada con políticas públicas proactivas, gobernabilidad y clima de los negocios, entre otros.

Lo anterior, para resaltar el enorme descuido padecido por nuestro entramado institucional respecto del debido manejo al tema, en especial por las carencias y debilidades asociadas a la IED de calidad y las diásporas y redes internacionales de conocimiento, una muestra más de la falta de visión de la que adolece nuestra política y gestión pública, sesgada al estar entregada al 100% a responder a las demandas y exigencias de los grupos locales de interés y presión, omitiendo la ingente necesidad de reacomodar los factores para aprovechar mejor los recursos disponibles conforme evoluciona la innovación científica y tecnológica en todos los frentes productivos posibles.

Por eso llama la atención el interés en el tema, en especial el relacionado con la aclamada inversión greenfield, o sea realizada en nuevas áreas productivas, manifestado recientemente por analistas de éste medio como Sergio Clavijo en “Inversión Extranjera Directa y diversificación exportadora” (5 julio), junto a Carlos Ronderos en “Inversión Extranjera” (31 julio), como una grata coincidencia por estar en la misma dirección a los anteriores míos: “Inversión greenfield y mercado de capitales” (17 julio 2013), “La inversión y los parques productivos innovadores” (27 mayo 2014), “Institucionalidad de la inversión está caída” (13 enero 2015), y “Calidad del capital” (1 abril 2017).

Como se observa durante el mandato que termina procuré por el bien del país por todos los medios posibles, incluidos los artículos antes reseñados, que esto fuera considerado en la agenda pública, sin ningún resultado. Con el gobierno que empieza tengo fe que éstas ideas serán implementadas porque las estoy impulsando desde que hacía parte de los comités programáticos, con la esperanza además de fomentar los clústeres del saber nutridos de MiPyme nacionales, futuros jugadores dinámicos de las cadenas globales de valor.

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