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ANALISTAS

Realidad de los estímulos

martes, 29 de julio de 2014
La República Más
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Retomo el tema relacionado con los incentivos y estímulos que al igual que hace 18 años, continúo considerándolos la respuesta y salida clave a mucho mal y problema pendiente por resolver. Vale recordar la serie de artículos publicados en ésta columna en 1996 sobre los mismos y su relación con la inversión, la educación, la industria y tecnología, y el agro, además de su implicación fiscal.

Éstos artículos surgieron como respuesta a los resultados de la misión de estudios del mercado de capitales, que dirigió el actual ministro Mauricio Cárdenas, quien lideró el grupo de investigadores a cargo del tema, con resultados que si bien aportaron varios aspectos que lo mejoraron, la verdad en nuestro caso falta mucho por recorrer para su desarrollo democrático.

Al respecto un error recurrente que todavía padecemos desde aquel entonces, se relaciona con la estigmatización y deslegitimación sufrida por los incentivos públicos; error craso y herencia perversa del laissez faire, de ese neoliberalismo rampante que tristemente sigue enquistado y obnubila la mentalidad de nuestros hacedores y ejecutores de política pública en todos los niveles y ámbitos.

Por eso considero como lo dije en mi artículo ‘Dogmas y Modas’, que el ideario político para solucionar ante todo los problemas de atraso productivo e inequidad, se encuentra totalmente agotado y en la mayoría de los casos inadaptado, tanto entre la derecha como la izquierda latinoamericana, incluido el llamado centro, que aún desconocen e ignoran la válida intervención del Estado en estos casos.

Sobre el tema se han pronunciado los tres más importantes centros de pensamiento global y sobre todo los más influyentes en la política económica de las países, como el Fondo Monetario Internacional, el grupo del Banco Mundial y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, los cuales establecieron su posición al respecto que es muy diferente de la nuestra.

“Causas, beneficios y riesgos de los incentivos fiscales en los negocios”, es el título del documento preparado en 2009 por Alexander Klemm, del FMI, que ofrece un panorama actualizado del tema. Señala la competencia fiscal como una importante fuerza que impulsa las reformas tributarias en los países y a los estímulos fiscales como posible respuesta a ésta, con argumentos a favor y en contra, mediante un análisis ilustrativo de diferentes clases de incentivos. Al considerar los resultados teóricos y empíricos, propone una matriz de criterios para determinar la utilidad de distintos tipos de incentivos fiscales en función de las circunstancias del país. De ahí estableció una tabla con posibles justificaciones para los estímulos fiscales, que considera fuertes cuando la actividad internacional es particularmente móvil y la competencia industrial perfecta, lo que permite subsidiar la inversión; ó, reducir permanentemente gravámenes de rentas específicas. También para generar externalidades positivas, idealmente mediante subsidio al crédito ó bajar impuestos basados en la actividad, por ejemplo para investigación y desarrollo.

“Incentivos e inversiones: evidencia e implicaciones de política”, es el nombre de la investigación realizada el mismo año por Sebastian James, del Banco Mundial, en la cual concluye que cualquiera que sea la decisión de un gobierno acerca de los estímulos, es necesario asegurar que sean: asequibles, focalizados y revisados periódicamente. Destaca que el aumento de la transparencia sobre sus costos y beneficios ayudará a enmarcar la política. La Unctad preparó en 2000 un estudio internacional sobre incentivos fiscales e inversión extranjera directa, que identificó entre sus objetivos: fomentar la inversión en las regiones, en especial en sectores específicos, mejorar rendimiento y productividad, así como recibir transferencia de tecnología. Dentro los aspectos vitales destaca los institucionales y los relacionados con promover “industrias y sectores nacientes”, justificados por la necesidad de corregir fallas de los mercados en países que pueden adquirir ventajas competitivas en industrias en expansión.

Así las cosas y dado el atraso de nuestra estructura productiva, pero además al considerar la amenaza del creciente déficit comercial y el agotamiento de la inversión en actividades extractivas, el Gobierno Nacional está en mora de implementar un esquema de estímulos que revierta esa nefasta tendencia, so pena de poner en riesgo la estabilidad fiscal y el crecimiento equitativo.

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