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ANALISTAS

La alegría de la fe y la política

viernes, 17 de enero de 2014
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Comienzo este año esta tribuna como declarado Francisquista, es decir, seguidor de la ideología y pensamiento del papa Francisco, que en buena hora está revolucionando la iglesia católica, principal bastión del conservatismo por tradición y significado, pero igual su aliada más descuidada y desaprovechada en la construcción política del devenir socioeconómico.

La manera como Francisco comprende y expresa su misión, manifiestas en el contenido y doctrina que predica y aplica, significan un quiebre histórico en la influencia del Vaticano en los designios políticos universales. Esto es visible por su claro compromiso con los más pobres y excluidos así como con la justicia y la solidaridad. En su natural actitud humilde con total desapego por lo material.

En su posición sobre el aborto y su espíritu conciliador en temas como la pedofilia, el divorcio y el homosexualismo. Su acogedora y benévola sonrisa que invita a la paz y el perdón. Su preferencia por la suavidad y ternura contra la violencia y posiciones inquisidoras. En la democratización y descentralización que adelanta con nuevos cardenales y consultas a los feligreses. 

En sus continuas denuncias contra la corrupción. Su llamado al orden al Banco del Vaticano, así como a grupos católicos desorientados y menos burocracia en la Santa Sede. Su clamor por defender la naturaleza, obra del creador. Su crítica a la “dictadura de la economía sin rostro”. Su compromiso en revertir la maléfica tendencia en la concentración del ingreso y la riqueza, así como las crecientes brechas y desigualdad y su lucha contra la demagogia como instrumento nefasto que las agravan. 

Lo anterior es palpable en la encíclica “La Luz de la Fe” y la exhortación apostólica “La Alegría del Evangelio”, testimonio vital de su legado. La encíclica “Lumen Fidei” rescata el carácter de luz propio de la fe, capaz de iluminar la existencia del hombre para distinguir el bien del mal. 

“Quien cree ve”, no creer es no comprender. La verdad hoy en crisis viene de la fe, sobre todo la “verdad grande” que explica la vida personal y social en su conjunto. Resulta clave el vínculo entre fe y amor, entendido como el que transforma interiormente y da nuevos ojos para ver la realidad, porque sólo ese resiste la prueba del tiempo y fructifica como conocimiento. El “diálogo entre fe y razón” que en el campo de la ciencia despierta el sentido crítico y amplía horizontes para llegar a la verdad, porque “Dios es luminoso y se deja encontrar por aquellos que lo buscan con sincero corazón”.

En “La Alegría del Evangelio” llama a creyentes a “adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos”, atreverse a “primerear” con el mensaje evangelizador del cual todos podemos ser misioneros. Lamenta la economía de la inequidad y la violencia en la cual estamos inmersos y la idolatría por el dinero, por lo que propone comprometerse en crear un nuevo orden social y económico que considere los derechos y la dignidad humana.

De ahí la alegría de la fe está en tener la esperanza que contamos con Dios para llegar a la verdad que transforma y libera a la iglesia, aunada al compromiso como laicos del trato fraternal, de la reconciliación y el perdón como bases de un mundo mejor, todo lo cual tiene afinidad con la política que busca resolver los problemas que acarrea la convivencia colectiva.

Al respecto, las columnas de opinión si se usan para analizar el desempeño de las decisiones del Estado, son instrumento para argumentar sobre determinadas posiciones políticas y nunca estarán exentas de esta impronta, aunque así se quiera hacer notar. 

Colombia con tanta politiquería, arreglo amañado y rabo de paja entre sus líderes, enfrentados por lealtades incomprendidas pero con fórmulas que en el fondo son lo mismo, requiere una salida que catalice posiciones polarizadas gracias al diáfano y pertinente manejo de la realidad nacional. Por eso respaldo la precandidatura de Marta Lucia Ramírez para la primera magistratura y espero que la próxima Convención Nacional del Partido Conservador así lo haga.

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