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Analistas 13/03/2018

¿OMC q.e.p.d?

Carlos Ronderos
Consultor en Comercio y Negocios Internacionales

Un artículo de Gregory Mankiu publicado en el New York Times hace un llamado a recordar las teorías de Adam Smith y David Ricardo que explican de manera lógica las ventajas del libre comercio. Mankiu reproduce el argumento de La Riqueza de las Naciones en el cual “nadie se siente obligado a coser su propia ropa o cultivar su propia comida solo para mantenerse ocupado. Por el contrario, encontramos una ocupación haciendo lo que sabemos hacer mejor y confiamos a otras personas el suministro de otros bienes y servicios. De manera similar las naciones deben especializarse en lo que mejor hacen y comerciar libremente con otras naciones para satisfacer sus necesidades de consumo”.

Acto seguido, el autor recuerda que este concepto de ventajas absolutas es perfeccionado por David Ricardo quien demuestra con un simple ejercicio de comercio entre Portugal e Inglaterra que los países no solo deben especializarse en lo que mejor hacen, sino en aquello que comparativamente hacen mejor (Teoría de las ventajas comparativas). Para ilustrar su caso plantea que Roger Federer, dada la musculatura y físico que ha desarrollado en su deporte podría desempeñarse de manera excelente podando su jardín, no obstante su ventaja comparativa está en el campo de tenis y debe dejar a su jardinero la labor de poda.

Estos principios básicos llevaron a las naciones de manera individual y de manera colectiva a construir mecanismos del orden internacional que garanticen de manera creciente esa libertad en el intercambio de bienes y servicios. Así, después de la Segunda Guerra surgió un acuerdo arancelario (Gatt) que finalmente en la década del 90 se transformó en la Organización Mundial de Comercio(OMC). El proceso demostró que las naciones que optaron por la ruta del libre comercio lograron mayor prosperidad.

Poco a poco todos los países fueron entrando a este foro, abriéndose en mayor o menor grado y comprometiéndose a reglas en materia de comercio (propiedad intelectual, comercio de servicio, medidas de defensa comercial, subsidios y otros) importantes para garantizar un intercambio justo. Los últimos en entrar a este club fueron Rusia y China.

Ese mundo feliz no duró mucho. Liderados por los Estados Unidos los países más avanzados buscaron normas estrictas en materia de propiedad intelectual y ante el fracaso de lo que consideraron era la modernización de la OMC, optaron por el camino de los acuerdos bilaterales y regionales donde podían imponer las nuevas reglas. Ese proceso terminó debilitando la OMC que paso a ser básicamente un órgano de solución de diferencias poco eficiente ya que los países no cumplen con lo que allí se falla; Colombia frente al fallo de textiles y confecciones a favor de Panamá, a modo de ejemplo.

Estados Unidos ha sido un asiduo usuario de la Medidas de Defensa Comercial (Antidumping) y contaron con el señor Lighthizer como abogado de las causas de defensa de las industrias del acero y el aluminio. Trump decidió nombrar a este abogado como Ustr (Ministro de Comercio Exterior) y allí se dio el golpe final a la OMC. ¿Para que enredarnos con procesos de salvaguardias y antidumping en el marco de OMC si podemos unilateralmente, argumentando razones de seguridad nacional, imponer los aranceles que se nos venga en gana? Lo que sigue es incierto. La única salida que EE.UU. dio para la arbitraria medida es la excepción posible de los países con tratados bilaterales, dándole otra estocada al multilateralismo (OMC). ¡OMC q.e.p.d!

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