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Analistas 10/12/2019

Dilapidar triunfos

Carlos Ronderos
Consultor en Comercio y Negocios Internacionales

Son dos triunfos contundentes cuyas victorias se han o se están dilapidando. El responsable del primer despilfarro es el Presidente Duque. Con la mayor votación que haya llegado presidente alguno en la historia de Colombia, este joven ha logrado que en un año largo las encuestas le den los mas bajos índices de aceptación de la historia de las encuestas sobre los presidentes en Colombia.

El segundo triunfo claro y también contundente fue el de los organizadores del paro. Supieron estas fuerzas canalizar un sentimiento nacional de desesperanza y frustración que rápidamente se expresó en las calle con manifestaciones masivas en la mayoría de la ciudades, y con cacerolazos espontáneos de una clase media agobiada por las deudas. Pasados mas de 15 días del 21 de noviembre, fecha histórica de la inconformidad, los organizadores han insistido semanalmente en nuevas convocatorias cada vez mas lánguidas que suceden principalmente en Bogotá, y cuyo éxito consiste en una disrupción del sistema de transporte masivo de la ciudad mediante el abuso de la fuerza. Los paganinis: los pobres que utilizan el sistema.

Estos dos fenómenos sociales están íntimamente relacionados y cualquiera de los dos o los dos conjuntamente hubiesen podido lograr transformaciones favorables y necesarias para el país. Un presidente joven con un mandato tan claro tenía la oportunidad de oro para gastar, en su primer años de gobierno, su capital político en grandes transformaciones. Decidió mas bien gastarlo en bobadas. Primero defendiendo al Ministro Carrasquilla, quien enfrentaba al momento de su designación un debate ético que ha debido resolver por fuera de la cartera.

Luego libró el presidente una gran batalla, que perdió, para introducir cambios a los acuerdos de Paz y terminó por mantener un gabinete impopular sin contar los varios agafes entre los que se cuenta el mayor oso que presidente alguno haya protagonizado en Naciones Unidas. Y cuando ya le quedaba poco del capital ganado manejo mal el paro. Primero insistiendo que no había motivos y luego negándose a reunirse con los organizadores para terminar cediendo en propuestas confusas que han dejado desconcertados al país y a los organizadores del paro.

Por su parte, los organizadores del paro tuvieron, como se dice popularmente, la sartén por el mango. No supieron cobrar su triunfo. Han querido prolongar las jornadas hasta cansar a sus seguidores, han permitido que de manera creciente fuerzas políticas de la oposición se apropien del evento, y al momento de presentar sus demandas han planteado imposibles y han sumando nuevas causas más propias del discurso político de la oposición que del querer del pueblo. La última demanda es acabar con los TLC que son tratados internacionales que se dan por terminados en una mesa entre organizadores de una protesta social y el gobierno. Difícilmente con esta y otras propuestas como acabar la policía antimotines podría este grupo conseguir victorias tempranas que les permitiesen seguir presionando con la sombre de una futura gran movilización en caso de no avanzar en puntos concretos.

La reforma fiscal ya avanzó en el Congreso y para apaciguar se le colgaron unos micos sociales cuyas bondades estarán por verse, mientras el centro del debate está alrededor de si se trata de una ¡¡mesa de negociación o de diálogo!! Tienen todavía estas fuerzas alguna gasolina que si manejan adecuadamente pueden contribuir a que se sucedan cambios necesarios para el país. El Presidente también está a tiempo de enderezar su rumbo.

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