.
Analistas 04/12/2020

Si bajan los impuestos, todos ganamos

Carlos Ballesteros García
Gerente de Bike House
Carlos Ballesteros

Colombia necesita más recursos para la recuperación económica pero no debe hacerlo por medio de una reforma tributaria. El déficit fiscal hay que cubrirlo pero no afectando más el bolsillo de las empresas, trabajadores y consumidores.

Para buscar la necesaria recuperación se debe afectar el bolsillo de la informalidad, esa que va atada lógicamente a la corrupción; también es necesario atacar la malversación de fondos encriptada bajo contratos que llenan los bolsillos de algunos políticos y mandatarios que hacen de los cargos públicos una forma de enriquecimiento ilícito en lugar de servirle al país. Todo este dinero que “misteriosamente” desaparece frente a las narices del Estado, sería un alivio para las arcas de la nación.

Además, la experiencia de los días sin IVA ha demostrado que es una manera de dinamizar la economía formal, y si se disminuyeran el impuesto a las ventas y los gravámenes arancelarios, los precios al consumidor bajarían a tal punto que competirían con los precios que mueve el contrabando, incrementando el comercio formal a tal punto que los recaudos serían mayores debido a que las multimillonarias sumas que maneja la informalidad, cambiarían de destinatario.

Mientras las potentes economías del planeta tienen los impuestos más bajos haciendo que estos mantengan engrasado el motor de las ventas, en Colombia el consumidor debe pagar cada día más impuestos e indirectamente asumir, igualmente, las otras cargas tributarias que deben soportar las empresas.

Los días sin IVA, al igual que los Black Friday arrojaron resultados que han sido sorprendentes, lo que significa que en nuestro amado país existe capacidad de compra y que el consumidor pide a gritos mejores precios para aumentar sus adquisiciones y de paso generar un mayor crecimiento de la economía. Un elevado número de compras de los consumidores se van a mercados informales, porque muchos colombianos son campeones para criticar, pero también para “cuidar” el bolsillo. Y cuando se trata de ahorrar no les importa hacerse, sin ninguna clase de escrúpulos, a artículos de contrabando para ahorrarse unos pesos.

Para la fijación de un precio de venta, cada empresario se ve enfrentado a un sinnúmero de sobrecostos que lógicamente es el cliente final quien los asume, entre los cuales están:

1. Sin tener en cuenta si el producto es hecho en Colombia o importado, la primera piedra en el zapato es el valor del dólar oficial vs. el dólar pagado por la economía informal, que genera la primera brecha para el comercio organizado debido a la diferencia de costos de producción o comercialización.

2. Para la producción formal es obligatorio el pago de prestaciones sociales, aportes parafiscales que equivalen a un 38% aproximadamente, mientras que en el mercado informal se paga muchas veces sin tener en cuenta estos costos.

• Los costos de transporte internos en Colombia en la mayoría de los casos son mayores a los fletes internacionales. Es inaudito que un container que viaja más de 30 días por mar, regularmente cueste menos que un servicio terrestre de 12 horas. Igualmente, los costos de distribución son muy similares a los de países desarrollados, debido a la precaria infraestructura vial y al sinnúmero de peajes que se deben pagar.

• Las tasas de intermediación bancarias son altas siendo la banca en Colombia uno de los negocios más rentables. La mayoría de los empresarios deben pagar unas elevadas tasas de interés que son muy distintas a las que reconocen a sus clientes en sus ahorros.

• En el momento de la venta, el comercio debe asumir costos adicionales por comisiones de tarjetas de crédito y débito que incrementan aún más los precios, además de los costos de las plataformas de pago.

• Del valor restante de las ventas, además de los gastos de administración y ventas, debe sumarse el cuatro por mil, que se planteó como un impuesto temporal. No hay nada más fijo que lo temporal.

• Cada bimestre las empresas deben pagar 19% de IVA, que pasó de 16% (establecido en la administración Samper) al 19%, siendo Colombia uno de los países con una de las tasas más altas asumidas en su totalidad por el consumidor final.

• A los anteriores impuestos hay que sumarle otros cargos como derechos musicales (antes Acinpro y hoy Promúsica), industria y comercio, avisos y tableros, entre otros.

• Los altos costos de los locales comerciales, sumados a las administraciones y servicios públicos, generan un mayor valor del producto al consumidor final.

• Debido a la falta de control en algunas regiones por parte del Estado, la industria o el comercio, se ven enfrentados a tributos ilegales, provenientes de organizaciones delincuenciales, generándose las conocidas “vacunas”.

• Como si fuera poco, para realizar el cálculo del impuesto a la renta, existen varios gastos que no son tenidos en cuenta, como faltantes de inventario, bien sea por robo o por pérdida, intereses de mora pagados a los organismos del Estado y el 50% del cuatro por mil, entre otros.

• Para ajustar el penoso panorama, por cada $100.000 de utilidad, debe pagarse un impuesto de renta de 32% al Estado que es el socio principal de cada empresa. Y en lugar de cuidar el dinero que recibe de las empresas, que se va en gran parte en engordar la corrupción y el clientelismo, busca mayores recaudos ordeñando la vaquita cada vez más, sin pensar que la leche es suficiente, pero que se la están robando en el camino.

Remate: menos impuestos con más control = a más ventas y mayor recaudo fiscal.

Conozca los beneficios exclusivos para
nuestros suscriptores

ACCEDA YA SUSCRÍBASE YA