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A los colombianos nos encanta atacar a los medios de comunicación y, si tienen dudas sobre esta afirmación, pregúntenle a Vicky Dávila por los recientes hashtags en twitter: #NoOigoWRadio, #NoOigoLaW o #NoSigoALaW.
Los medios de comunicación eran en el pasado una de las instituciones más confiables, pero hoy han caído en desgracia. Según el estudio publicado por Edelman Trust Barometer, la mayoría de los colombianos desconfía de la prensa: durante 2018 solamente 46% de los hombres y 41% de las mujeres confiaba en los medios de comunicación.
En el siglo pasado, los medios de comunicación en Colombia eran fundamentalmente unos pocos canales de televisión y estaciones de radio que obtenían sus “noticias” de las principales agencias y de los periódicos con más circulación. La mayoría de los periodistas se dedicaban a contar sucesos, historias basadas en hechos independientes del gobierno y de los partidos políticos. La tarea era informar, no ofrecer opinión o abogar. Correspondía a los lectores hacer sus propios juicios sobre eventos o noticias. Las opiniones se limitaban a las páginas editoriales y de opinión.
Hoy, la mayoría de los medios de comunicación se han implicado políticamente. Es habitual que inserten una opinión, incluso en medio de una noticia. Es la forma en que los periodistas pueden diferenciarse entre sus colegas... Y, en los principales medios de comunicación, esas opiniones tienden a ser abrumadoras. Esto que estoy describiendo podría no ser tan malo si los periodistas y los medios para los que trabajan reconocieran su parcialidad. Pero, desgraciadamente, casi nunca lo hacen. Y por eso surge el descontento del público que se siente manipulado en una u otra dirección, al constatar que el medio o el periodista ha perdido objetividad.
Además, a los periodistas, por lo general, les gusta describirse a sí mismos como independientes u objetivos, cuando en realidad no lo son. Existen múltiples razones para que no puedan serlo: su historia personal, los intereses del dueño del medio para el que trabajan, la pauta que vende el medio, etc. La mayoría de los periodistas que se definen como independientes, en realidad, se podrían ubicar a la izquierda del espectro político. Este sesgo, que no es tan evidente, es el que genera más insatisfacción en la audiencia porque pasa lo mismo que en la fábula de Esopo del lobo con piel de oveja.
No se puede desconocer que existe una relación directa entre la línea editorial y las políticas de cada medio en su manera de interpretar la realidad. La línea editorial es la filosofía ideológica del medio que normalmente se hace explicita a través de los artículos editoriales; mientras que la política informativa es la actitud del medio frente a determinados temas: su ocultación, mitigación o exaltación. Como consecuencia de la combinación de una y otra, se encuentra el principal resultado de hacer periodismo: formar opinión.
Existen otros contextos en el que las audiencias tienen claro quien es el emisor y qué compromisos tiene. Sin embargo, en Colombia los medios no están claramente definidos. El reclamo del público a los medios es precisamente ese: que sean transparentes y hagan explícita su línea editorial para saber a qué atenerse… y ¡viva la pluralidad!