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Analistas 07/12/2019

Liderazgo en tiempos de crisis

Aldo Civico
Antropólogo y estratega de liderazgo
Analista LR

El talante de un líder se evidencia en los momentos de crisis. Es entonces que un líder revela su habilidad de entender a fondo un problema, de demostrar empatía y cercanía, de saber escuchar, de mantener cohesión, orden y disciplina dentro de su equipo, de tomar rápidamente decisiones sin al mismo tiempo dejarse llevar por la urgencia. En tiempos de crisis, un líder muestra simultáneamente asertividad y moderación. Por eso, una crisis siempre será una oportunidad para un líder y no la desaprovecha. En los albores del siglo veinte, demostró su talante de líder el presidente de Estado Unidos Theodore Roosevelt.

Un conservador, Roosevelt había llegado al poder debido al asesinato del presidente William McKinley. Una larga huelga del carbón tenía en jaque al país. Liderados por el carismático sindicalista John Mitchell, 147.000 mineros de Pennsylvania habían declarado un paro que finalmente duró seis meses. La economía del país era rehén de una dura confrontación sin precedentes entre trabajadores y empresas mineras. Roosevelt consideró su responsabilidad intervenir, entendiendo que el presidente era el administrador del pueblo y de sus intereses generales. Por eso, siendo además un ávido lector y un apasionado de historia, Roosevelt, quiso primero que todo entender a fondo el fenómeno. Dedujo que la huelga era el síntoma de un conflicto entre propietarios y mineros, capital y trabajo, ricos y pobres que la revolución industrial había causado. Resolver la crisis, significaba entender el fenómeno a la raíz, y no reaccionar a sus manifestaciones externas. Esta comprensión profunda, inspiró las decisiones del presidente a lo largo de la crisis.

En momentos críticos, Roosevelt demostró moderación. Por ejemplo, cuando hubo un brote de violencia seguida de disturbios, decidió no enviar tropas federales para reestablecer el orden, a pesar de que hubo muertos hasta entre oficiales de policía. Era consciente, que una intervención del ejercito iba a calentar aún más los ánimos de quienes protestaban y profundizar sus resentimientos. Roosevelt se limitó en hacerle seguimiento a la crisis. Finalmente, fue el líder sindicalista Mitchell que ayudó a reestablecer una paz incierta. Al mismo tiempo, Roosevelt no permaneció inactivo; se preocupó de ser visible y de fomentar el apoyo popular entre las poblaciones que más estaban afectadas por la escasez del carbón debida al largo paro. Prestó un oído comprensivo al descontento generalizado. Era bien consciente del papel esencial que juega el sentimiento público cuando un líder espera mover a su país en una dirección distinta. Finalmente, Roosevelt se posicionó como garante de los intereses generales y como un mediador entre las partes. Lideró las difíciles negociaciones, convirtiendo la Casa Blanca en un espacio de diálogos y de acuerdos. En momentos claves, no le tembló el pulso para mostrar su determinación y fuerza. En definitiva, después de 163 días de paro, las partes firmaron un acuerdo histórico y los mineros volvieron a trabajar. Gracias a su liderazgo, Theodore reconoció en una crisis la oportunidad para avanzar el interés general de todo un país. En tiempo de crisis, lideró.

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