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Como señala Óscar Massó, director de estrategia de Sodexo BI, “si para gestionar redes sociales hay que ser veinteañero, excluiremos a personas con más edad y, probablemente, con más profundidad en sus decisiones y estrategia. Y si para ser director financiero hay que haber cumplido los 45, dejaremos fuera a personas que en su treintena tengan una gran visión del mundo que viene. Las culturas diversas, abiertas y visionarias son las que mejor palían todo tipo de discriminaciones”.
Que ser más joven o cumplir años no está reñido con un mayor o menor índice de productividad e iniciativa es algo que va más allá de la percepción. La edad real y la subjetiva no caminan en paralelo. Anneloes Raes, profesora del Iese, realizó un estudio junto con Florian Kunze y Heike Bruch, que demuestra que “cuando los empleados se sienten más jóvenes tienden a cumplir mejor sus objetivos y la empresa alcanza un mayor rendimiento, sobre todo en entornos de trabajo dinámicos”. Estos investigadores han identificado dos factores que contribuyen a reducir la edad subjetiva de los empleados: la percepción de que su trabajo importa, y el hecho de que las prácticas de recursos humanos de la empresa no sean excluyentes.
Sin embargo, el desafío para los profesionales es otro: no permitir que la juventud o cumplir años les encasille en determinadas posiciones y actitudes. Juan San Andrés, consultor en productividad, organización y factor humano, reconoce que “cuando la gente se hace mayor, debe luchar contra el estereotipo de aplicación casi general de que se pierde capacidad, intelectual y física. Para ello ha de ser flexible en sus opiniones, aportar soluciones... Debe mostrar su conocimiento pero sin caer en el dogmatismo”.