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ALTA GERENCIA

El resurgimiento de la dimensión humana

sábado, 11 de octubre de 2014
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Fernando Albán Díaz del Castillo

Durante mucho tiempo, las universidades y las empresas mismas se concentraron en la formación de líderes tremendamente competitivos, capaces de alcanzar altísimos resultados, sin detenerse muchas veces a analizar los costos de esos logros en términos de valores y de respeto a los seres humanos que conforman una organización.

En ese proceso, muchas de nuestras percepciones de éxito terminaron por convertirse en conductas perversas, cuyas consecuencias hoy lamentamos profundamente.

Esto ha llevado a revaluar el esquema educativo, por lo que en la preparación de los nuevos líderes, las universidades están haciendo énfasis en el fortalecimiento de los valores y en el desarrollo de liderazgos enfocados al servicio. Los nuevos líderes, según lo anotó el doctor Carlos Raúl Yepes, presidente de Bancolombia, en el pasado Foro de presidentes de empresas además de la preparación académica y de ser humildes, deben saber escuchar, deben saber hablar, deben cumplir con lo prometido, deben tener mucho cuidado con sus juicios y prejuicios y deben saber controlar sus emociones.

Si anteriormente los trabajadores obedecían las órdenes de sus jefes por el temor a ser sancionados o despedidos, el nuevo líder debe conseguir que sus colaboradores lo sigan porque creen en él, porque se ha ganado la confianza del equipo, porque tiene una clara visión de hacia dónde los está conduciendo y por qué con su liderazgo ayuda a crecer a su gente. Al nuevo líder lo siguen porque respeta y valora a su gente y porque reconoce el aporte de cada uno de sus colaboradores en la consecución de las metas que persigue como equipo.

Los líderes deben saber despertar la pasión por el trabajo que realiza su gente y ser muy cuidadosos para no matar el entusiasmo, especialmente cuando algo no sale como se esperaba. Ser capaces de alentar y comprometer al equipo en medio de una crisis es una característica fundamental de los directores exitosos, así como de aquellos que lideran por medio del ejemplo. Tenga en cuenta que no es posible que un líder se gane la confianza de su equipo, si no es capaz de reconocer y asumir con entereza los errores que comete.

Otro punto fundamental del liderazgo para la humanización de las empresas está en dejar hacer, es decir, en brindar la autonomía necesaria para que el colaborador pueda desarrollar su trabajo de manera responsable y creativa, con una supervisión adecuada que nunca se torne en asfixiante. Para ello se requiere de una importante dosis de conocimiento y de confianza mutua, que le permitan al colaborador solicitar la guía que requiera, y al líder depositar su confianza en el trabajador.

En los procesos de selección de personal, necesariamente hay que buscar colaboradores que compartan la forma de ser y de pensar de las organizaciones que los va a contratar, teniendo en cuanta que “los buenos modales”, como lo decía Peter Drucker, “son el aceite lubricante de cualquier organización”, son lo que nos permite convivir en medio de los roces y fricciones que se producen a diario por nuestras múltiples diferencias.

En su intervención en el Foro, Yepes hizo énfasis en la importancia de construir un lenguaje común para conseguir la transformación de cualquier entidad en una organización más humana y centrada en el conocimiento de los clientes. Ese lenguaje del que habla es trascendental porque influye en la modificación de los modelos de conducta y ayuda a enfocar a toda la organización en objetivos muy concretos. Su ejemplo de cómo el área de recuperación de cartera de Bancolombia pasó a denominarse “Área de conciliación”, denota un cambio total en el objetivo que perseguía el área y una rápida transformación en la forma como los colaboradores conciben y enfocan su trabajo; el lenguaje, en este caso, es un acelerador del cambio que se busca.

Muchos líderes están reactivando la dimensión humana al interior sus empresas, buscando la permanente dignificación de los colaboradores, el fortalecimiento de sus valores, su crecimiento y transformación en mejores seres humanos, porque indudablemente, a partir de la transformación de las organizaciones y su gente, se consigue la transformación de la sociedad, una necesidad apremiante para todos.

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