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ALTA GERENCIA

Cabeza, pierna y corazón

lunes, 25 de julio de 2016
Foto: 123RF
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Quien finaliza una maratón no es el mismo que la empieza. No importa cuántas maratones previas  se hayan hecho. No importa si es la primera o la decimocuarta. Lo cierto, es que las reflexiones que surgen al estar en silencio con uno mismo por cerca de 3 horas, luchando contra la adversidad,  llevando el cuerpo al límite, y la mente del infierno al paraíso y viceversa, dejan enseñanzas para la vida empresarial y los negocios.

Soy corredor desde hace siete  años, y en ese tiempo he corrido unas cinco maratones, más de media docena de medias maratones y al menos unas veinte carreras de 10k, sin contar con un promedio de cerca de 280 km al mes de entrenamiento. Pero lo cierto, es que cada vez que acabo una carrera (corta o larga, a tiempo, con récord personal o por fuera de él)  siento que he aprendido algo diferente, algo que en el día a día puedo aplicar para la vida empresarial.

Sin duda, la mejor  enseñanza que me ha dejado una carrera de largo aliento y esfuerzo como la maratón, es que la misma me ha permitido pensar estratégicamente, plantearme un objetivo Smart (específico, medible, alcanzable, realístico, en un tiempo), y que para lograrlo requiere de una planeación que en mi caso se divide en tres partes: cabeza, pierna y corazón. 

La primera, cabeza, para no arrancar como un loco los primeros kilómetros y quedarse sin aliento para el resto de la competencia. Cabeza,  para saber que esos primeros 5-7 km son claves para los restantes 35-37km, y cabeza, para saber que uno debe ir a su ritmo, no necesariamente al de al lado. Cabeza, para repetirse que toda carrera es contra uno mismo. Igual que pasa en la vida laboral y empresarial, donde a los 20 - 30 años de edad uno quiere salir a comerse el mundo, acepta cualquier trabajo, y no entiende que la carrera de la vida es de largo aliento y no de sprints. 

La segunda, pierna, para tener fondo durante 30 kilómetros y descargar todo en lo que se ha entrenado y trabajado. Pierna, para confirmar y dejarse llevar por el pavimento, a un ritmo constante, controlado, metodológico. Pierna, para disfrutar el camino. Igual que en la vida laboral y empresarial donde de los 30-60 años, o en el ciclo de los negocios, hay que ir al ritmo de uno, confiar en el producto o servicio, en la apuesta de largo plazo, y avanzar a paso seguro y constante, disfrutando. Pierna, para dejar fluir y madurar y no hacer cambios bruscos que afecten la llegada al objetivo. 

La tercera, corazón, para entregar el último aliento, el envión final en esos restantes 5-7 kilómetros y no morir en el intento. Corazón, para vencer el muro que aparece siempre. Corazón, para lograr el objetivo a pesar de que la cabeza y las piernas ya no den más. Igual que en la vida laboral y empresarial donde siempre hay un momento en el que hay que hacer esfuerzos finales, donde no hay que dar el brazo a torcer luego de un largo camino, dónde no hay que abandonar antes de tiempo.

Todo, para que al final la cabeza, la pierna y el corazón, actúen conjunta y estratégicamente para llegar a la meta, y no sólo se logren los objetivos, sino además se disfrute del camino.

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