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ANALISTAS

Una tarea incompleta

miércoles, 29 de mayo de 2013
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Durante el gobierno del expresidente Uribe se promulgaron varias medidas que tenían como propósito aumentar la eficiencia de la función pública. Una de ellas fue la reducción del tamaño del ejecutivo, que comenzó con la fusión de varias de sus carteras y dio paso a los híbridos Ministerio de Protección Social (Salud + Trabajo), de Vivienda y Ambiente y de Industria, Turismo y Comercio. Uno de los grandes aciertos del Gobierno del Presidente Santos fue la reversión parcial de dicho proceso, lo que permitió la recuperación de los ministerios de Vivienda, Ambiente, Salud y Trabajo como carteras independientes, lo que ha devuelto a cada uno de estos temas la importancia que ameritan. 

 
Hoy en día, dos de los debates capitales de la agenda nacional son la desindustrialización y la apertura comercial. Aunque cada uno de estos temas es lo suficientemente grueso como para justificar la existencia de una entidad independiente, se mantienen inconvenientemente gestionados por un mismo funcionario, lo cual contrasta con la expansión burocrática en Altas Consejerías Presidenciales y otros espacios del ejecutivo. A parte de la relevancia de los temas, existen otros elementos que dan cuenta de la inconveniencia de mantener juntas las dos carteras. 
 
Una de estas razones es que los objetivos de industria y comercio pueden llegar a reñir en determinado momento. Estando ambas responsabilidades en cabeza de un mismo funcionario, pueden existir incentivos al deterioro comercial en favor de la protección industrial. Datos del Banco Mundial evidencian que en los países de ingreso medio donde los ministerios de industria y comercio operan de manera separada, los niveles de comercio internacional son más grandes que en aquellos en los cuales ambas responsabilidades son albergadas en una misma entidad. Este resultado es robusto para América Latina, donde el diferencial en las tasas de apertura llega a superar, en promedio, el 15% del PIB. 
 
Una razón adicional en favor de la separación funcional Industria-Comercio es la no contundencia de la sinergia misional entre las dos áreas. Si bien es cierto que el comercio es importante para la industria y viceversa, no menos fuerte es la relación entre otras carteras. El ministerio de industria y comercio configura un desatino comparable con un ministerio agricultura-comercio o TIC - educación, tan solo por citar un par de ejemplos.    
 
En mi opinión, la tarea del Presidente Santos en el rediseño del alto gobierno está incompleta, quedando pendiente la escisión de las carteras de industria y comercio. Como país, Colombia necesita un ministerio de Industria fuerte, donde la política del sector no se reduzca al Programa de Transformación Productiva, PTP, que si bien ha resultado útil desde el punto de vista normativo, carece de presupuesto e institucionalidad para ser ejecutor de las políticas que promueve. 
 
El Ministerio de Comercio, entretanto, debe propender por la inserción de nuestra economía en el mundo, permitiéndonos sacar provecho de las grandes ventajas que brindan los intercambios comerciales en términos de eficiencia e inclusión social. Todo lo anterior, por supuesto, con directrices claras de política y las debidas instancias que permitan arbitrar entre desacuerdos. 

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