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Analistas 11/02/2017

Twitter: el arma de Trump

Javier Villamizar
Managing Director
La República Más
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Algo que es absolutamente innegable tanto para seguidores, como para opositores del recientemente posesionado presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, es el apabullante y nunca antes visto nivel de cubrimiento mediático tanto en la prensa tradicional escrita y hablada, la televisión, los canales digitales y las redes sociales.

El nivel de polarización que generan las actividades diarias y las posturas del presidente Trump es particularmente visible en la red social Twitter, que se ha convertido en su canal favorito de comunicación, dándole un segundo aire a una compañía que para muchos está condenada al fracaso. Desde su victoria, el 8 de noviembre de 2016, el presidente Trump no se ha callado en Twitter, por el contrario, ha incrementado la frecuencia de sus comentarios y ataques con su manera directa y particular, adornada siempre con el uso de mayúsculas y signos de exclamación. 

El presidente Trump ha publicado más de 34.000 mensajes desde su entrada a la red social en marzo de 2009 y hoy cuenta con una audiencia de más de 24 millones de seguidores en su cuenta personal (@RealDonaldTrump) y otros 16 millones en la cuenta oficial de la presidencia (@POTUS). Aunque muchos piensen que el presidente hace un uso meramente impulsivo de Twitter, el secretario de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, ha reiterado que existe una “estrategia” de comunicación detrás de cada mensaje. Lo que no se puede negar es que los mensajes provocan un nivel de desestabilización permanente, tanto en política interna como para los asuntos internacionales, nunca antes visto. 

La “estrategia” del presidente Trump en Twitter, ha obligado a la prensa a vigilar de manera constante una cuenta cuya actividad le ha permitido a su dueño, durante la campaña presidencial, así como en las primeras semanas de su mandato, dictar de una manera casi inverosímil, el ritmo de la realidad. Los números no mienten: en la noche de la elección, Donald Trump incrementó en 12,9 millones la lista de sus seguidores en Twitter, y como si fuera poco, en los dos meses transcurridos desde esa noche hasta el día de su posesión, otros 6 millones de usuarios se sumaron a la lista. 

Al día de hoy, la cuenta personal del presidente Trump tiene el doble de seguidores del canal conservador Fox News (12,4 millones) y el triple de los del periódico Washington Post, ahora propiedad de Jeff Bezos, fundador de Amazon. Twitter se ha convertido en un arma no convencional con un efecto potencialmente destructor no solo en cuestiones políticas, como se evidenció hace unos días cuando a través de la red social, el presidente cuestionó el costo del programa del avión F-35 de la Lockheed-Martin, haciendo que las acciones de la empresa inmediatamente se vieran afectadas en la Bolsa. 

La reacción de los usuarios de Twitter a los mensajes de Trump, es algo nunca antes visto. La creación y el inmenso tráfico generado por “hashtags” como #GrabYourWallet (agarre su billetera), que invita a boicotear los negocios que generan ganancias para la familia Trump, son fenómenos de rechazo que ninguno de los antecesores de Trump en la Casa Blanca había presenciado. Como toda arma, Twitter puede tener efectos adversos en quien la utilice. Recientemente Trump utilizó la cuenta de la presidencia para su hija escribiendo: “Mi hija Ivanka ha sido tratada muy injustamente por Nordstrom”. Esta comunicación ha generado una polémica complicada ya que el presidente está poniendo el peso de su cargo en contra de una cadena de grandes almacenes con un reproche puramente comercial. Los fervientes opositores del presidente han visto este gesto como una violación ética comparable con que el presidente mismo hiciera publicidad o demostrara parcialización hacia una marca particular. 

No ha pasado ni un mes desde la posesión del presidente Trump y la batalla de las redes sociales ya está al rojo vivo, menos mal no hace falta alquilar balcón para presenciar en las redes sociales, esta batalla que durará al menos cuatro años.

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