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martes, 18 de agosto de 2015

La pérdida de los cuantiosos ingresos que producían las industrias extractivas, está sintiéndose en la dinámica económica del país y la depreciación del peso frente al dólar no alcanza a cubrir todos los efectos negativos. Se busca con urgencia, por parte del Gobierno, que otras industrias del sector real, ayuden a mantener a flote nuestra economía incrementando su producción y las exportaciones.  Sin embargo, los industriales por estos días, argumentan que necesitan mejorar las condiciones de competitividad. Consideran que unos estímulos tributarios a la inversión o a la modernización, para transformar o reestructurar las empresas, serían de gran ayuda.

También abogan por tener políticas energéticas y de combustibles eficientes para evitar sobreprecios, desarrollar la infraestructura férrea, vial y de transporte aéreo, para mejorar las condiciones de trabajo. Algo que también piden, los empresarios de las industrias extractivas, quienes además, tienen en su contra el bajísimo precio de los commodities que ellos producen. 

Ha sido traumático para los industriales del petróleo y la minería, la caída del precio de los hidrocarburos, el desplome del precio del carbón, del níquel, del cobre y el aluminio, alentadas por los rumores de una inminente reducción de la demanda de minerales, dada la situación de los grandes consumidores como China. Es claro que trabajar siguiendo las reglas es difícil, y que empresarios y gobierno deben analizar conjuntamente las salidas a las distintas problemáticas.  

Por ello, resulta sorprendente que mientras los empresarios se esfuerzan y sufren, los criminales encuentran las vías libres para el éxito de sus negocios, no solo porque es difícil combatirlos, sino porque siempre habrá consumidores que los alientan. 

Bástenos mencionar la situación con la extracción criminal de minerales. En recientes análisis efectuados por la Procuraduría, la Defensoría del Pueblo y el Ministerio del Ambiente, es evidente que las organizaciones dedicadas a estas actividades, avanzan sin control arrasando con los parques naturales y contaminando los ríos con mercurio. 

Estas personas no están dispuestas a cumplir la ley, ni pagar los impuestos, ni contribuir al desarrollo del país pagando regalías, simplemente buscan su beneficio personal u organizacional y lo inquietante es que consiguen quien compre  todo lo que producen que es mucho. Por ello es que la tarea del gobierno es difícil: por un lado debe mejorar las condiciones de los empresarios formales, mejorar sus condiciones de competitividad, buscarles salidas para que continúen moviendo la rueda de la economía, racionalizar las exigencias a lo que la industria es capaz de asumir y, por otro, combatir sin descanso esa economía subterránea y criminal, que compite de manera desleal, que profundiza la pobreza, y que está acabando con el entorno natural.  

Finalmente, hay que hacer aportes constructivos y ojalá quienes por estos días se empeñan en demandar toda ley, decreto, resolución o medida administrativa que promueve o adopta el Gobierno, con miras a estos propósitos, reflexionen un poco sobre la forma como contribuyen al país.

 Es prudente reiterar algo en esta coyuntura: el país requiere estabilidad en las reglas del juego. Recuperar la validez del  principio de la seguridad jurídica en los negocios. Esa sería también una gran contribución al éxito de sus actividades.