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sábado, 29 de agosto de 2015

Varias consideraciones de orden jurídico y organizacional se deben tomar para lograr reclutar a la persona más idónea para desempeñar tan complejo cargo con metas tan específicas. 

Jurídicamente el contrato de trabajo de un director técnico es mucho más flexible que el de un jugador, los futbolistas profesionales  tiene un régimen de transferencias bastante complejo que se basa en su totalidad en un contrato de trabajo a término fijo en el caso colombiano a tres años máximo con el técnico cualquier contrato es adecuado.

El primer problema a enfrentar es el plazo, no es lo mismo contratar un técnico para apagar un incendio que uno para desarrollar un proyecto a largo plazo. El técnico que toma un equipo a mitad de campeonato tiene claro que su mayor logro será mejorar la situación del equipo y evitar una posición complicada a final del torneo. Estos técnicos no tienen un proyecto diferente a salvar al equipo y poco o nada pueden hacer a mediano o largo plazo, el plazo debería ser por lo tanto de lo que quede de campeonato. Ningún técnico serio acepta estos cargos pues precisamente el nivel lo da el tiempo; los grandes técnicos como Ochoa Uribe o Alex Fergusson tardaron en consolidarse y los resultados fueron indudablemente obra de un trabajo de más de cuatro o seis meses. El plazo debería ser de lo que quede de torneo y nunca aventurarse a firmar contratos de dos y tres años.

El segundo problema es el salario, personalmente creo que el salario de estos entrenadores debe ser bajo con primas por logros altas, la tan cacareada respuesta de “vengo a trabajar” no se admite en situaciones extremas y no se supone menos, se espera una mejoría notable en el rendimiento que se refleje en puntos, tampoco se debe admitir “que el equipo juegue bien”, muchos equipos que jugaron bien acabaron en la segunda división y por el contrario, algunos jugando francamente mal lograron campeonatos muy importantes por lo que la remuneración deberá estar atada a los puntos, cualquier otra forma es irreal y no compromete realmente al logro básico que es solucionar el mal momento del club. Tampoco se admite otra respuesta de cajón de estos personajes “no fue el equipo que yo formé”, eso lo sabemos todos, el técnico recibe un equipo en marcha y a eso se debe adaptar, se le contrató para eso, las características del fútbol no permite que a mitad de campeonato se incorporen nuevos jugadores, y de permitirlo, no existen buenos jugadores que lleguen a mitad de temporada, debe trabajar muy bien con lo que recibe.

Otro rasgo fundamental a evitar es la contratación de un equipo (técnico, asistente, preparador físico) y no de un director técnico hecho que implica por una parte despedir no solo al técnico sino a más de cuatro personas y lógicamente contratar al mismo número, no parece acertado pues lo que falla es precisamente el técnico.

Una vez terminado el campeonato la situación cambia y se podrá hablar de proyectos, equipo de trabajo y nuevos jugadores, pero las metas para estos bomberos deportivos son muy diferentes a las de los grandes entrenadores, eso lo deben entender clubes, técnicos y por su puesto entorno.