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jueves, 2 de julio de 2015

La razón de la controversia fue que la estrategia comercial de Apple para competir con Spotify y otros servicios de Streaming similares consistía en que los usuarios del servicio de Apple podrían disfrutar de éste de forma gratuita durante tres meses, periodo en el que los artistas no recibirían ningún tipo de regalía pese a que luego de ese periodo recibirían el 71,5% de los ingresos que se obtuvieran.

Ante la estrategia de Apple, la influyente cantante Taylor Swift comunicó públicamente su inconformidad con la propuesta del gigante tecnológico por considerar que era injusta con los artistas por someterlos a no cobrar las regalías de sus obras durante 3 meses dado que aunque Apple no le estuviera cobrando el servicio a los usuarios, la compañía tiene la capacidad económica de asumir esos pagos.

El tweet en el que la cantante mostró su inconformidad fue tuiteado a sus 59,3 millones de seguidores y retuiteado alrededor de 40.000 veces. Además generó un efecto dominó con el que otros artistas también mostraron su inconformidad con la propuesta de Apple de ofrecer sus obras de manera gratuita durante 3 meses.

Tal fue el impacto mediático que Apple informó a través del Twitter de Eddy Cue (Responsable de servicios de Software de Apple) que las quejas de Swift habían sido estudiadas y que con base en ellas se tomó la decisión de que los artistas sí recibieran el pago del 71,5% de los ingresos que se obtuvieran por cada reproducción en los 3 primeros meses en que funcionara el servicio de Streaming de Apple.

Esta situación tiene dos matices, uno jurídico y otro comercial.

El primero responde al sistema de derechos de autor europeo o Copyright anglosajón, según el cual el autor de una obra protegida por el derecho de autor o Copyright es la única persona que puede obtener beneficios económicos por la explotación de su obra con algunas excepciones como por ejemplo que ella sea utilizada con fines académicos.

Por otra parte, el matiz comercial depende de la capacidad de negociación de los autores frente a las grandes compañías que dominan la industria musical, escenario en el que los artistas casi siempre tienen que aceptar las condiciones que les imponen excepto cuando se trata de artistas tan influyentes y mediáticos como Taylor Swift.