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jueves, 3 de diciembre de 2015

En México el tema de la legalización de la marihuana está en boca de todos, hace pocas semanas la Suprema Corte de Justicia de la Nación concedió el Amparo de la Justicia Federal a cuatro personas para poder cultivar, transportar y consumir marihuana con fines lúdicos o recreativos, esto lo consideran algunos como la antesala para la legalización de una vez por todas de la marihuana en México y de ahí a las demás drogas.

Pero, ¿realmente estamos preparados culturalmente para esto? Yo la verdad no lo creo, en un país como México donde  25% de los jóvenes ni estudia ni trabaja, en un país donde las oportunidades laborales cada vez son más escasas y donde los programas de prevención del delito han sido utilizados con fines político electorales más que preventivos.

Se dice que el que no conoce su historia está condenado a repetirla, pero esa frase cada día me parece más absurda, nosotros conocemos muy bien nuestra historia, incluso la historia del narco que se vivió en la década de los 80 y 90 en Colombia que debió habernos dejado una enseñanza, pero pareciera que estamos condenados a vivir en medio de la lucha por el control del trasiego de droga en nuestros países y que en lugar de oponernos a ese estilo de vida preferimos hacerla nuestra y competir por cual país, México o Colombia, tiene al mayor capo de la historia. 

La prevención del delito es fundamental en todos los países, ¿que estamos haciendo por los hijos de las personas abatidas o en su caso aprehendidas por temas del narcotráfico? Solo indiferencia, no les hemos otorgado una segunda oportunidad de vida a los hijos de estos delincuentes, al contrario se les ha condenado de la misma manera o incluso peor que a sus padres. Sin deberla ni temerla estos niños heredan la sentencia social del comportamiento criminal de sus progenitores, y esto tarde que temprano nos alcanzará a la sociedad entera. Niños y adolescentes sin oportunidad de vida, sin estudios, sin acceso a un empleo decente y que su figura paternal fue de matar, extorsionar y traficar. A estos niños y jóvenes si les seguimos negamos oportunidades de vida tarde que temprano harán lo que aprendieron en casa, pero con técnicas mejoradas y aumentadas.

¿Hasta cuándo la sociedad Mexicana y Colombiana tendremos que ser el patio trasero? Pareciera que nuestro destino fuera ser el que pague los costos por ser productores y que en nuestras calles corran ríos de sangre para satisfacer la drogadicción de países que nos envían las armas para matarnos entre nosotros pero siguen recibiendo las toneladas de droga para sus habitantes. 

La corrupción es ingrediente esencial de la droga, esta infiltrada en todos los niveles de gobierno y la sociedad está acostumbrada a ello, ¿Qué podemos hacer para combatir este cáncer que nos acecha? Son más las preguntas que las respuestas, y mientras, México, seguirá condenado a repetir nuestra historia una y otra vez, dejando como siempre la prevención del delito como tema pendiente.