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  • Julio C. Alonso

sábado, 12 de septiembre de 2015

En 2008, la administración Ospina recibió una ciudad con un saldo de deuda de $567.000 millones y unos ingresos tributarios que estaban siendo gestionados por un privado (SICali). Para finales de 2007, el saldo de deuda correspondía aproximadamente 87 veces los ingresos corriente del municipio. 

Es decir, se necesitaban 87 años para pagar toda la deuda si solo se destinara todos los ingresos corrientes a pagar la deuda, esto sin incluir el servicio de la deuda. De hecho el límite establecido por el Ministerio de Hacienda para considerar a un municipio sostenible es una razón de 80 entre la deuda y los ingresos corrientes. Así, la deuda no era sostenible. Esta situación implicó que i) la ciudad no pudiera endeudarse más para hacer inversión y ii) el servicio y el pago del capital de la deuda se convirtiera en prioridad y se llevara una gran tajada del presupuesto de la ciudad.

La administración Guerrero recibió las finanzas con un indicador de deuda sobre ingresos corrientes de 49 en 2011. Y en vez de reiniciar con el endeudamiento, se continuó con el pago de la deuda. Se destinaron del orden de $66 .000 millones anuales para abonar a la deuda. 

En 2014, el indicador de sotenibilidad llegó a 22 (la razón entre deuda y los ingresos corrientes). Es decir, ahora la ciudad es sostenible y se puede endeudar para realzar inversión productiva. Pero este logro no solo se dio por el pago de la deuda, sino también por la recuperación del manejo del recaudo de impuestos. 

El primer año de la administración Guerrero, se tomó la decisión de terminar el contrato con SIcali y trabajar en aumentar la eficiencia en el recaudo. Hoy la ciudad cuenta con unas finanzas más sanas. Y los ingresos tributarios están creciendo. Esto ha permitido al sumarle a los ingresos tributarios las transferencias de la nación el presupuesto de gastos de la ciudad para 2015 sea del orden de los $2,5 billones.

Este es un gran reto para la nueva administración que se posesione el primero de enero de 2016. Si bien el presupuesto para el próximo año se encuentra en estos momentos en trámite en el Concejo Municipal, este será muy similar al de 2015, continuando con una posición conservadora y responsable en el manejo de los recursos. 

El apretón de las dos administraciones anteriores tendrá sus frutos para la siguiente administración. Es decir, el nuevo alcalde tendrá un espacio mayor para inversión en los siguientes años. Por un lado el servicio de deuda y el pago de capital será menor y por otro tendrá acceso a crédito. Algo impensable en la ciudad por dos décadas.

El gran reto es aumentar la inversión del municipio empleando recursos propios y deuda. Al mismo tiempo que se mantiene un manejo responsable del endeudamiento. Esta no es una tarea fácil. 

Las necesidades en infraestructura vial, educación, vivienda y programas sociales son muy grandes. La maya vial tiene un atraso grande, la movilidad de la ciudad se encuentra en riesgo. La ampliación del sistema de transporte masivo está parada. Los indicadores sociales de la ciudad, si bien están mejorando, aún hay mucho trecho por avanzar. En fin hay muchos frentes por cubrir y los recursos son escasos. 

Pero la siguiente administración tendrá una oportunidad que no tuvieron las últimas cuatro administraciones. Ahora existe un espacio fiscal más amplio. 

Y esto implica mucha responsabilidad en el gasto y en asignar las prioridades. También mucha responsabilidad en no derrochar los recursos y no malgastar el “ahorro” y esfuerzo de las anteriores administraciones y en especial el de los caleños.

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