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EDITORIAL

Por un No incierto y por un Sí esperanzador

viernes, 30 de septiembre de 2016
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Si los Colombianos se inclinan por no avalar los acuerdos, la paz entra en un limbo, mientras que si dice sí, hay mucho terreno recorrido.

 

Fasecolda hizo públicas las conclusiones de un estudio encomendado a Anif sobre los costos de la paz, que no es lo mismo que los costos del acuerdo firmado entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de las Farc, hace pocos días. La tarea es más que necesaria en estos momentos porque mucho se ha hablado de los dividendos de la paz, pero para que hayan dividendos se debe incurrir en unos costos pertinentes. De manera contundente, el centro de investigaciones económicas revela que para dar la cifra que todos esperan, se deben encontrar dos caminos: uno, los costos inmediatos, y dos, el sostenimiento de los acuerdos. La operación no se había hecho antes pues nunca nadie había llegado tan lejos en un acuerdo y no se tenían las variables que se debían cuantificar, tipo víctimas, desplazados, número de guerrilleros, costo de campamentos y del sistema de justicia transicional. El resultado es que la paz en Colombia puede valer un poco más de 5% del PIB, repartidos en 2,2% de costos inmediatos de desarme, cese definitivo y logística, más 3% del PIB al que asciende sostener una paz duradera representada en reformas, reconocimiento a las víctimas y fortalecimiento de la institucionalidad en todos los rincones del país en donde nunca ha habido presencia del Estado a través de inversión agraria, infraestructura, educación, etc., todas esas necesidades insatisfechas que incuban conflictos sociales en los países en desarrollo.

Anif concluye que Colombia ha sacrificado una década de desarrollo y crecimiento por vivir en una guerra interna y cree que el crecimiento potencial de la economía puede ascender a 5%. Está claro en las cuentas del centro de investigaciones que una cosa son los dividendos y otra los costos en que debe incurrir un país que quiera pasar la página del desangre y generar mayor bienestar. Con estas cifras en mente, el país político se enfrenta a un plebiscito mañana domingo en donde tendrá que escoger entre un Sí esperanzador lleno de compromisos estatales y un No cargado de incertidumbre hacia el futuro. “Así, entre los “costos inmediatos” y los costos “de sostenibilidad” del posconflicto, Colombia estará experimentando presiones adicionales de gasto público en el rango de 2,2% a 5,2% del PIB por año durante 2017-2022, de los cuales tan solo están descontados gastos presupuestales adicionales por 1% del PIB (...) En síntesis, Colombia ahora está abocada a una realidad social (que exige cumplir los acuerdos de paz) y a una realidad fiscal muy frágiles. Así, este ejercicio de dividendos, beneficios y costos de paz necesariamente nos debe llevar a responder de forma seria preguntas complejas”. Pero para responder esas preguntas se debe avanzar en tomar una decisión sobre el rumbo del país social, político y económico, y eso solo se debe hacer sabiendo qué camino tomará Colombia.

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