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domingo, 24 de mayo de 2015

Pinzón nunca se pudo tragar el gigantesco “sapo” de un proceso de paz, sin gestos de reconciliación reales por parte de las Farc. Su compromiso con las fuerzas militares y de policía, le impidió aceptar las imposiciones del Presidente en ese sentido. La suspensión de bombardeos y de las fumigaciones con glifosato fueron las gotas que derramaron el vaso, y el Ministro se salió deliberadamente del libreto señalado por el Gobierno. En público y en privado, la única voz oficial que criticaba sin ambages la demencia criminal de la guerrilla fue la de Juan Carlos Pinzón.

De manera simultánea a sus catilinarias contra las Farc, Pinzón cada tanto le propinaba duros golpes a los insurgentes, a través de operaciones militares dirigidas por él mismo. La última, a manera de despedida, deja un saldo de 26 guerrilleros abatidos en el Cauca. Por cuenta de ese episodio, las Farc acaban de suspender el cese unilateral del fuego, el mismo en vigencia del cual se perpetró la masacre a mansalva de 11 soldados por ese grupo guerrillero. El tal cese no era más que otra farsa retórica del secretariado.

No la tuvo fácil Pinzón tratando de mantener la moral de la tropa. Las bajas voluntarias solicitadas por efectivos del ejército y la policía rompen todos los récords. La Fuerza Pública se siente humillada y maltratada. De no haber sido por el Ministro de Defensa, la cosa habría sido peor. Paradójicamente y a pesar de estrecha relación personal de vieja data con el Presidente, Pinzón se volvió la piedra en el zapato para el propio gobierno del que hace parte.

Estoy con la paz, pero el proceso no puede ser a costa de las instituciones y de los hombres y mujeres que arriesgan su vida a diario por darnos un poco de tranquilidad y sosiego. Es normal que los militares, policías y ciudadanos del común desconfíen de una negociación, que en tres años solo deja promesas sin cumplir y muchas ilusiones rotas.

Equivocación garrafal la del Presidente: prescindir de un “soldado” como Pinzón lo pondrá en una situación de mayor desventaja de la que ya tiene frente a las Farc. Pinzón es el fiel de la balanza que mantiene el equilibrio de una negociación, en la que el Gobierno está perdiendo, porque la guerrilla sabe perfectamente que todas las apuestas de Santos están en la mesa de la Habana.

Luis Carlos Villegas reemplazará a Juan Carlos Pinzón. Se va un ministro con personalidad y criterio, y llega uno históricamente acomodado y genuflexo. ¿Otro giño para las Farc?

El Presidente puede enmendar el error dejando a Pinzón y poniéndole plazos definidos al proceso de paz, que ya está haciendo agua. Llegó la hora de las definiciones: hay que probarles a las Farc que el Estado nunca pierde, y que, si no quieren entregar las armas y persisten en sembrar el terror, morirán en el monte bajo las balas del glorioso ejército de la patria.

La ñapa: Vuelve y juega la incoherencia de los “delfincitos” Galán. Primero fue Juan Manuel: juró renunciar al Senado si no obtenía la primera votación del partido liberal. Quedó como de quinto y ahí está amarrado a su curul. Ahora el turno es para Carlos Fernando: deja la presidencia de su partido porque, según él, suelen avalar personas indeseables, y, sin embargo, se queda en su cargo del Senado. Por lo visto lo que en realidad les atrae a los “dueños de la moral” es recibir sueldo del Estado.