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Analistas 25/04/2012

Regalar viviendas

Marc Hofstetter
Profesor de la Universidad de los Andes
La República Más
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"Vamos a entregar vivienda totalmente gratis para los más pobres del país?Empezaremos con 100.000 viviendas que se entregarán a los beneficiarios en los próximos 24 meses". Con ese anuncio sorprendió el presidente Santos al informar sobre cambios en su gabinete comenzando por un nuevo Ministro de  Vivienda.  Sin conocer los detalles del programa me quedan varias preguntas.
 

¿De dónde sale la plata y cuánto cuesta el programa? El presidente habló de 100.000 viviendas en los próximos dos años. El flamante nuevo Ministro afirmó que sin contar la compra de terrenos, esas viviendas costarían $3.7 billones. De hecho, el Ministro habla de 100.000 viviendas por año (no bianuales como podría ser interpretado el anuncio del Presidente). Aun si le hacemos caso a las cifras más modestas del Presidente, repartido a partes iguales en cada año, estamos hablando de $1.85 billones por año.

Esa cifra es mayor que todo el presupuesto del Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial durante 2011. Para terminar de confundirme, el Ministro de Hacienda afirmó en una entrevista radial que el programa no va a desestabilizar las finanzas estatales y que cada año se destinarán $700.000 millones para vivienda. La ecuación, por ahora, no cuadra. Lo que el Ministro de Vivienda tiene en la cabeza cuesta cinco veces más de lo que el de Hacienda afirma tener disponible para el programa.

¿De verdad queremos regalar viviendas? La mayoría de los programas que venían patrocinando la adquisición de vivienda desde el gobierno, exigían algún tipo de esfuerzo por parte del beneficiario. La lógica es que si bien para muchos colombianos llegar a amasar 30 millones de pesos resulta una meta compleja, imposible para muchos, esos colombianos podían ahorrar una cifra menor. Una vez alcanzada esa cifra, el Estado les ayudaba con el resto a través de algún subsidio. El programa premiaba el esfuerzo de ahorro de esos colombianos. Y ahora ¿ya no hay que trabajar duro, perseverar y ahorrar durante algunos años para tener vivienda? ¿O a algunos les toca trabajar duro pero a otros se las regalan?

¿A quién se las vamos a regalar? A los pobres de los pobres, decía el Presidente en su anuncio. Pero ¿cómo los vamos a identificar? Para el Estado resulta muy complejo, imposible si se quiere, distinguir entre necesitados, colados y muérganos. Entre los primeros puede haber desplazados que lo perdieron todo y que una vez en la ciudad encuentran que las habilidades laborales no tienen cabida en el mercado laboral urbano. También puede haber hogares que perdieron su vivienda en un deslizamiento de tierra reciente. Esos, según lo dicho hasta ahora, serían los destinatarios deseados.
 

Pero también habrá todo tipo de colados. No hay que sorprenderse, se trata de una lotería que paga 37 millones a los ganadores. Algunos pondrán cara de pobres para acceder al programa. Con tasas de informalidad por encima del 50% el Estado es incapaz de verificar el verdadero nivel de ingresos de las personas. De hecho, aun si el Estado pudiera observar los ingresos, dado el tamaño del premio gordo, bien vale la pena volverse pobre durante algún tiempo.
 

Y finalmente están los muérganos. Algunos de estos son pobres de pobres y por tanto califican para el regalo. Muchos nos hemos cruzado en la vida con personas sin el menor deseo de progreso. Ante ofertas laborales que requieran responsabilidad y esfuerzo, giran la cabeza. Escogen una vida más fácil. Esa es una elección de vida perfectamente válida. Pero ¿los vamos a premiar con una casa gratis, financiada con el esfuerzo de resto de los colombianos? ¿Sin el menor esfuerzo por parte de ellos?
 

Y finalmente, la pregunta de fondo: ¿por qué queremos casa propia para todo el mundo? Lo que queremos es que todos los colombianos tengan acceso a una vivienda digna. Pero de ahí a que haya que regalarla hay mucho trecho.  ¿No será mejor pensar en un esquema donde el arriendo de los más pobres se subsidia? ¿O donde el Estado es dueño de esas viviendas y si los inquilinos, pobres de pobres, pagan un arriendo simbólico durante suficiente tiempo, la propiedad pasa al inquilino?

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