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Analistas 01/08/2014

No más estratificación

Jorge Iván González
Profesor de U. Nacional y Externado
La República Más
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Durante el último mes, la Secretaría Distrital de Planeación de Bogotá ha propuesto la eliminación de los estratos. Esta idea ha sido apoyada por ONU Hábitat. La Universidad del Rosario y Planeación Distrital han realizado estudios previos sobre las implicaciones que tendría sustituir la estratificación por el avalúo catastral.

La estratificación comenzó en Colombia en 1983, respondiendo a un principio sano: clasificar las viviendas a partir de sus condiciones físicas aparentes y de su entorno. Esta aproximación permitió diferenciar, y ayudó a ordenar la política de tarifas y subsidios. En el caso de los servicios públicos se fijó el estrato 4, como el neutro, porque la tarifa paga el costo. Los estratos 5 y 6 contribuyen porque pagan una tarifa superior al costo. Y los estratos 1, 2 y 3 son subsidiados porque pagan una tarifa inferior al costo. Una de las razones que se tuvo para recurrir al estrato era la falta de actualización de los avalúos catastrales.

Hoy, 30 años después, es conveniente replantear la estratificación. Primero, porque el estrato se ha convertido en una marca que discrimina. La estratificación es un mecanismo endógeno de segregación. Segundo, porque la estratificación ya no clasifica bien. 

Las condiciones de la vivienda y del entorno han mejorado, y los estratos no reflejan estos cambios. La distribución entre estratos se ha distorsionado. En Bogotá los estratos 2 y 3 cubren  60%,75% de las manzanas. El Conpes 3386 de 2005 estima que los estratos 2 y 3 agrupan 68,3% de los hogares. En los estratos 2 y 3 viven 76,1% de las personas, mientras que en los estratos 4, 5 y 6 apenas viven 5,8%. Dicho de otras manera, los estratos ya perdieron su capacidad de clasificación. Tercero, porque a pesar de los inconvenientes señalados, se ha cometido el error de utilizar el estrato para determinar las prioridades de numerosos programas sociales. Cuarto, porque los avalúos se han actualizado, sobre todo en las ciudades grandes. Y, entonces, ya no tiene sentido seguir usando la estratificación. En Bogotá el valor catastral es, en promedio, 85% del valor comercial de los inmuebles. En otras ciudades del país también se han logrado avances significativos en la modernización del catastro. Cuarto, porque el avalúo catastral es un indicador más próximo de la capacidad de pago de los hogares que el estrato. Quinto, porque con el avalúo se pueden mantener los subsidios cruzados. Con una lógica similar a la que existe hoy, habría que definir un rango de avalúo que sirva de parámetro, y sería el rango de avalúo neutro. Para los inmuebles ubicados en este rango, la tarifa sería igual al costo. Los inmuebles con un avalúo superior pagan una tarifa superior al costo, y los inmuebles con avalúo inferior reciben subsidios. En los cálculos que ha realizado Planeación Distrital y la Universidad del Rosario se distribuyen las contribuciones y los subsidios de tal forma que las empresas de servicios públicos reciben el mismo monto global de ingresos. Sexto, porque la eliminación del estrato obliga a que la sociedad piense en otras mediciones que permitan conocer mejor la situación socioeconómica de los hogares. Por ahora, la Secretaría de Planeación está proponiendo que el estrato se reemplace por el valor catastral. Pero en el futuro sería conveniente que la declaración de renta fuera universal, y que no se utilice solamente para fijar el monto del impuesto sino también, en el caso de las familias pobres, para determinar el valor de los subsidios.

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