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miércoles, 1 de junio de 2016

Sobre el tema, la Organización Internacional del Trabajo analiza varios puntos en su publicación de este año: Mujeres en el trabajo. Tendencias de 2016. Entre ellos, y frente a los cuales debemos realizar una reflexión con mayor detenimiento, están: la calidad de los empleos de las mujeres y sus consecuencias, las limitadas medidas existentes frente a la discriminación, y la inminente necesidad de un marco integrado de políticas públicas para disminuir la brecha.

Respecto a la calidad de los empleos para las mujeres, de acuerdo con el estudio, muchas de nosotras nos encontramos en situaciones de empleo informal y, aun cuando un porcentaje elevado recibimos un salario por la labor desempeñada, ello no es garantía de la calidad del empleo. La conjugación de varios factores como la subestimación del trabajo realizado, la informalidad del empleo, la cantidad de tiempo dedicado a labores no remuneradas y el estereotipo de las mujeres competentes solo para cargos auxiliares, entre otros, son hechos que afectan directamente la calidad del empleo. De ahí que las consecuencias sean persistentes en la desigualdad de las oportunidades, del trato, en el menor valor dado al trabajo desempeñado. 

Si bien se han implementado políticas por parte de los gobiernos para hacer frente a dicha situación, sus efectos a nivel global son hasta ahora imperceptibles. Las medidas de mayor implementación para contrarrestar la desigualdad han sido las políticas públicas. No obstante, es alarmante observar que a nivel mundial sus efectos se consideran lentos y poco eficientes. De acuerdo con el estudio, en caso de confiar únicamente en las políticas gubernamentales como medida para combatir la discriminación, serán necesarios 70 años para cerrar la brecha existente en el mercado laboral.

Claramente es necesario un marco integrado de políticas públicas y privadas que permita hacer frente a la situación. La Organización de las Naciones Unidas, en el quinto objetivo de la agenda 2030, estableció el empoderamiento de todas las mujeres. Este empoderamiento es un hecho que debe verse reflejado en el mercado laboral. Acertadamente señala la ONU que debe reconocerse y valorar el tiempo dedicado por las mujeres a labores no remuneradas, concretamente a través de políticas que distribuyan de manera equitativa entre hombres y mujeres las responsabilidades del hogar. Sin embargo, la concreción de proyectos tan ambiciosos como este será posible en la medida en que se evidencie la urgencia de una actuación contundente desde todos los frentes, públicos y privados, que permita aterrizar la al parecer esquiva igualdad. 

El sombrío panorama trazado por la Organización Internacional del Trabajo reclama la implementación de medidas que ataquen una situación prolongada en el tiempo que, como ya señaló la jurisprudencia constitucional colombiana (Sentencia T-434/14, entre muchas otras), responde a una discriminación histórica. La revisión e implementación de nuevas políticas internas por parte de los actores del sector privado, además de las gubernamentales, puede ser una de las pautas que necesitamos para verificar igualdad formal y material en el mercado laboral.