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lunes, 10 de octubre de 2016

 La explicación al fenómeno se encuentra en el Acuerdo para reducir los flujos migratorios en el Mediterráneo sellado, el pasado marzo, entre Unión Europea y Turquía y, por el cual, Europa cerró la ruta migratoria del mar Egeo. 

Atendiendo sólo a la disminución en el flujo migratorio, podría decirse que la política migratoria de Europa ha sido exitosa. ¿Pero qué hay del tratamiento que, en la gestión de la crisis, están recibiendo los más de 60 millones de refugiados y desplazados que, entre otros, huyen de la guerra y la pobreza?

 El Acuerdo se asemeja más a una transacción financiera, que a la solución de un problema humano. Entre los principales elementos del pacto, destaca que todos los “migrantes irregulares”, denominación que ahora también incluye a los refugiados que huyen de guerras o persecución- llegados a territorio europeo son devueltos a Turquía. A cambio, por cada sirio retornado a Turquía otro será reasentado legalmente en la UE.

 Y para evitar que los refugiados se embarquen en la peligrosa ruta hacia Europa, se dará prioridad de acogida a los que no hayan llegado antes a la UE por medios irregulares. Europa solo se compromete a dar cobijo a 72.000 personas por este mecanismo. Si se superan esos números, el sistema decae, aclara el texto. 

Valga mencionar que dicha cifra supone algo menos de la mitad de los arribados en lo que va del año. Además, se acelera la promesa europea de librar visados a los turcos que quieran viajar a la UE. Finalmente, Bruselas se compromete a desembolsar más rápido los 3.000 millones que ya ha empezado a abonar a Turquía por proyectos concretos de atención a refugiados.

 Otra crítica apunta a Turquía como el lugar menos adecuado para recibir a los migrantes. Hemos conocido ya casos de vulneraciones cometidas en territorio turco, como devoluciones de refugiados a Siria, a pesar de ser un país en conflicto, o disparos a personas que trataban de entrar a Turquía desde la frontera siria. 

Y ante la reciente suspensión por parte de este Estado de la Convención Europea de Derechos humanos, a raíz del fallido golpe de Estado, no pareciera que la crisis se estuviera gestionando de la manera más adecuada, pues alta es la probabilidad de que se produzca la devolución de asilados sin las garantías de protección necesarias establecidas por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos (Didh).

 Con el caos actual pareciera que resultan incompatibles, por un lado, las exigencias de la dignidad humana y, por otro, las legítimas acciones del Estado para controlar la migración. Sin embargo, la verdad es que el marco del Didh tiene como uno de sus objetivos procurar un cierto equilibrio entre el ejercicio de la soberanía y el respeto de los derechos humanos.

 ¿O es que se han olvidado de que la Unión está fundada sobre los valores de “respeto a la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho y respeto a los derechos humanos”, enunciados en el artículo 2 del Tratado de la Unión Europea?