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martes, 23 de junio de 2015

Tal decreto busca de forma tajante apropiarse de límites marinos de Colombia, en lo que se denomina golfo de Coquivacoa en la península de la Guajira, este diferendo viene desde 1830. Muchos han sido los peros para llegar a un acuerdo en donde los móviles del castro chavismo es nada más y menos que la escasez de petróleo en Venezuela.

Así es, el nuevo mejor amigo de ‘Juampa’ se quedó sin caja menor, esos petrodólares que le permitían hacer cuanto absurdo pasaba por su cabeza, para atentar contra la democracia y los derechos civiles en Venezuela, parecen tener entre las cuerdas a “maburro” y su sequito de exgenerales ávidos de poder y dinero; todo se puede esperar de un régimen que tiene como constante el irrespeto a las libertades públicas y los principios democráticos, pero nunca ningún colombiano pensaría que el régimen castro chavista llegaría tan lejos, ¿pero que esperamos del mayor socio del despojo de 75.000 kilómetros de mar territorial?

La zona en disputa es conocida por su probable riqueza en petróleo, circunstancia que prima en las actuales circunstancias del país vecino, sumado a esto el precedente por la pérdida de nuestras aguas territoriales frente a Nicaragua, es garantía de que poco o nada haría Colombia frente a intentos de despojo de lo que nos pertenece; desde 1941 se pactaron entre ambos países los límites marítimos, entre los Presidentes Eleazar López y Eduardo Santos, más adelante en 1979 el presidente Turbay junto con Luis Herrera Campins, acordaron una división marítima equitativa, el cierre del golfo, la exploración conjunta y acuerdos de suministro de crudo.  

Este último proyecto de acuerdo estuvo cerca de ser realidad, pero desde el 2009 luego de varios intentos fallidos quedo el asunto en los anaqueles del olvido, hay que advertir que el escenario para Colombia es muy calamitoso, porque no se trata solamente de una afrenta para la soberanía e integridad de Colombia, por parte del país vecino, también es claro que es un acto de populismo de un régimen totalmente deteriorado que requiere escenarios que roben la atención para disimular las tensas circunstancias que se desarrollan al interior de Venezuela, sin dejar de lado que es una gran apuesta económica de quienes han sostenido el populismo a cuenta de petróleo. 

Desde luego que un decreto no podría modificar los límites marítimos entre dos estados, pues no solo es un acto provocador y una seria amenaza para el país conculcado, sino también es un desconocimiento férreo del derecho internacional y del derecho de mar, Colombia no puede quedarse impávida ante semejante amenaza, no puede quedarse nuestro estado con una simple nota de protesta, debe activar los mecanismos diplomáticos tal como lo recomienda la convención de derecho de mar de 1982, mientras esto se da no estaría de más que Colombia  enviara un par de corbetas a la zona que está generando esta seria disputa.