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martes, 22 de noviembre de 2016

Y quiero ser aún más claro a pesar de las eventuales críticas. Los abogados puros a pesar de ser protagonistas en múltiples películas, vestir siempre de manera fancy y el alto nivel de ego, no son más que una mínima parte del engranaje económico, un prestador de servicios, un participante menor en la dinámica comercial.

Al tener esta revelación y viendo el mundo jurídico como un micro-universo del orden económico global, no quería perderme de la dinámica del mercado y sus enseñanzas. Hace años, al enfrentarme al mundo laboral supe de inmediato que mi deber ser no estaría plasmado en la teoría pura del derecho o en el ejercicio clásico de la profesión. 

Es importante resaltar asumir esta perspectiva no fue una tarea fácil; el purismo que es transversal al pensamiento jurídico en la academia, ha dificultado el acceso al aprendizaje de mercado, el cual fue posible adquirir únicamente a través de la práctica profesional, la confianza de los clientes y el mentorship. 

Durante mi  ejercicio profesional mantuve siempre esta constante inquietud, la cual pude decantar al tener la fortuna de asistir a una clase del renombrado abogado Erik Vermeulen, profesor de Derecho financiero y de los negocios de la Universidad de Tilburg en Holanda. 

El conversatorio del abogado Vermeulen, dio respuesta de manera práctica a muchas de mis inquietudes, esbozando la tendencia orientada a generar “abogados deal-makers”. 

Si es usted un abogado que desea matricularse en esta corriente del ejercicio profesional, debe tener en cuenta los siguientes cinco mandamientos del abogado “deal maker”: 

i. El abogado “deal-maker” debe conocer y entender los aspectos financieros, contables y operativos del negocio de su cliente, previo a dar una asesoría jurídica. 

ii. El abogado “deal-maker” debe reconocerse como parte de un sistema económico complejo, donde los conceptos técnicos, financieros y económicos completan el buen ejercicio de su profesión.

iii. El abogado “deal-maker” debe tener ser un facilitador de los negocios, con una clara orientación a la identificación, mitigación y cuantificación de riesgos de su cliente. 

vi. El abogado “deal-maker” debe manejar conceptos profundos de derecho, transmitiéndolos en un lenguaje universal. La técnica jurídica será usada únicamente en discusiones entre abogados.

v. El abogado “deal-maker” debe convertirse en un verdarero “business partner”, orientándose hacia el crecimiento profesional de su cliente.

Con este artículo quisiera transmitir al lector (espero sea un abogado en formación), la expectativa que tiene el mercado sobre el operador jurídico. Es de gran importancia que futuros profesionales del derecho inicien su formación integral como abogados “deal makers”, abandonando el ejercicio clásico de las ciencias jurídicas en pro de un enfoque universal y global del derecho.