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EDITORIAL

Más razones para gravar gaseosas y cigarrillos

martes, 5 de julio de 2016
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Tanto tabacaleras como industrias de gaseosas deben reinventar sus productos para conquistar a consumidores más informados.

El ministro de Salud, Alejandro Gaviria, ha vuelto a dar tema para el debate público. Esta vez su idea de ponerle más impuestos a los dañinos cigarrillos y bebidas azucaradas para desincentivar su consumo, es un asunto que divide en términos tributarios pero en el que todos coinciden. Sobre la catástrofe del tabaco no hay ninguna discusión, pues es sabido que su precio en Colombia es excesivamente bajo según datos de la Organización Mundial de la Salud, pero el mayor dato de sensibilización es que “72 personas mueren por día en el país a causa del tabaquismo. En otras palabras, 15,9% de todas las muertes que se registran en el país se atribuyen al consumo de tabaco. Se trata entonces de 26.460 muertes por año que podrían ser evitadas”.

Gaviria pone en el debate los mitos sobre cigarrillos e impuestos. Mito 1, “genera un impacto negativo sobre el empleo: se ignora que los consumidores utilizarán los recursos liberados por no consumir productos de tabaco en la adquisición de otros bienes y servicios de la economía. Pero estudios muestran que los impuestos al tabaco generan en los varios sectores de la economía al menos el mismo número de puestos de trabajo que se eliminan en esa industria. Mito 2, “incentiva el contrabando”: la amenaza del comercio ilegal de tabaco ha sido exagerada y en gran medida creada por la propia industria del tabaco (The Tobacco Atlas, 2015). Factores no relacionados al precio del tabaco, como la efectividad de las políticas de administración tributaria, la existencia de redes de crimen organizado y la complicidad y actuación de la misma industria del tabaco son más importantes a la hora de explicar el contrabando. Mito 3, “tiene un impacto desproporcionalmente negativo sobre los más pobres”: ante un incremento en el precio del tabaco, los fumadores de este segmento poblacional reducen aún más su consumo de tabaco, o dejan de consumirlo, con lo cual los beneficios en términos de salud son mayores.

El mismo debate puede expandirse al impuesto a las gaseosas y otras bebidas azucaradas, pues su daño también es algo probado. “Los impuestos a las bebidas azucaradas sí son efectivos para reducir la demanda por estos productos. El British Medical Journal concluye que en México el volumen promedio de bebidas con impuesto vendidas durante 2014 fue 6% menor en comparación con las ventas esperadas en ausencia del impuesto. Los hallazgos también mostraron que la reducción se incrementó a lo largo del año, alcanzando una disminución de hasta 12% en el mes de diciembre de ese año”.

Si la propuesta es inoportuna por la inminente reforma tributaria, es un debate distinto, pero sobre la necesidad de gravar más a los cigarrillos y a las gaseosas por temas de sanidad pública, todos coinciden. El punto ahora es de cómo aplicar estos impuestos para desincentivar el consumo de esos productos.

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